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La fundación del PP dispara sus ingresos como ONG tras la llegada del partido a los gobiernos

La Fundación Cánovas del Castillo, creada en 1980 por Manuel Fraga para cultivar el "auténtico pensamiento popular", se ha reconvertido en los últimos años en una de las Organizaciones No Gubernamentales con más proyectos localizados en Centroamérica. Su origen político y de formación se ha tornado en humanitario. Este salto cualitativo y cuantitativo ha coincidido con el acceso masivo del PP a los ayuntamientos y comunidades, instituciones que han nutrido sus deficitarias arcas con subvenciones que alcanzaron en 1995 casi los 200 millones de pesetas.

En la Fundación Cánovas del Castillo tienen una contundente respuesta preparada para las críticas que ya han recibido por el incuestionable apoyo de muchos ayuntamientos y autonomías gobernadas por el PP. Luis Tejedor, su director técnico, admite la relación pero la sitúa en el contexto "casual" de que este partido gobierne tras las últimas elecciones autonómicas y municipales en la mayoría de los ayuntamientos y comunidades del país. Y Tejedor añade que la explosión del movimiento de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) también se puede situar temporalmente en estos últimos años.Además, según Tejedor, la Cánovas del Castillo no guarda una relación orgánica aunque si "ideológica y espiritual" con el PP. Sin embargo, tampoco se oculta que los responsables de esta entidad son mayoritariamente militantes del partido, que Fraga es su presidente de honor, Carlos Robles Piquer su presidente ejecutivo y José María Aznar uno de sus patronos. La fundación, por otra parte, vive económicamente del PP.

Sus principales actividades teóricas, es decir las 289 conferencias, cursos y libros políticos publicados en 1995, se financiaron única y exclusivamente con los 45 millones de pesetas que les trasvasó la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales. La FAES aportó ese dinero de los 106 millones que recibió el PP del Estado -como otros partidos y en proporción a su número de diputados-, para sufragar este tipo de actuaciones. Con ese presupuesto afirman haberse hecho cargo de sus actividades, de la nómina de los siete trabajadores contratados y del alquiler de la sede, en la privilegiada plaza de Colón de Madrid.

"Nada beneficiados"

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En la Fundación Cánovas del Castillo no se sienten nada beneficiados por ningún tipo de institución pública. Es más, creen que en algunos casos han sido castigados por su proximidad al PP. El Ministerio de Cultura, por ejemplo, tan sólo les concedió el año pasado tres millones en concepto de suscripciones a su revista Veintiuno para la red estatal de bibliotecas y 500.000 pesetas para la publicación de las obras completas del propio Cánovas. Habían pedido 40 millones.

Las cuentas de la fundación reflejan, en cualquier caso, un estado poco "boyante". El pasado ejercicio se saldó con 27 millones de pérdidas.

Este complicado escenario no impidió a la fundación afrontar precisamente durante 1995 su explosión como catalizadora de proyectos de ayuda al tercer mundo, especialmente en países centroamericanos.

El origen de esta explosión se sitúa, según la fundación, en una entrevista que mantuvieron en 1988 el presidente de la Cánovas del Castillo con el entonces secretario de Estado de Cooperación, Inocencio Arias, que le recomendó concurrir a las ayudas que empezaban a concederse para ese tipo de proyectos. En 1990 presentaron dos ofertas y recibieron 10.300.000 pesetas. En 1991 tramitaron tres proyectos y obtuvieron 15 millones. En 1992, 1993 y 1994 se mantuvieron en esas cifras.

El desarrollo de la Fundación Cánovas del Castillo llegó en 1995. Se registraron 30 proyectos y se recabaron casi 200 millones de subvenciones. La fundación se queda con un 7% de ese dinero para gastos de gestión. El resto se gira a la "contraparte", la ONG del país de origen que recibe y vigila el cumplimiento del proyecto, según se van remitiendo facturas pagadas. Los responsables de la fundación explican que pudieron afrontar este reto gracias al acuerdo alcanzado en noviembre de 1993 con las Nuevas Generaciones del PP para encauzar a través de su ONG, Allí y ahora, a jóvenes que quisieran estrenar su cualificada formación en estos proyectos. En febrero de 1994 ya disponían de 500 voluntarios.

Leguina colaboraba, Ruiz-Gallardón no

Los datos demuestran que tras las elecciones municipales y autonómicas de 1995 la Fundación Cánovas del Castillo empezó a recibir respuestas positivas de instituciones anteriormente reticentes a sus proyectos.Entre las 12 iniciativas que recibieron subvenciones en 1995 se observan administraciones mayoritariamente del PP. Están la Junta de Castilla y Leon (presidida por Juan José Lucas), la Comunidad de Aragón (Santiago Lanzuela), la de Valencia (Eduardo Zaplana), el Ayuntamiento de Valencia (Rita Barberá), el de Madrid (José María Álvarez del Manzano) y el de Zaragoza (Luisa Fernanda Rudi). Zaplana les concedió 37 millones. Más que a Cruz Roja o Unicef. El delegado de la fundación en Valencia es el diputado nacional del PP Vicente Martínez Pujalte, miembro del Opus Dei.

La Xunta de Galicia jamás facilitó una subvención a esta entidad que preside honoríficamente Manuel Fraga, fundador del PP.

Prácticamente los 17 proyectos de la fundación desestimados en 1995 tienen un sello de administraciones gobernadas por socialistas. Salvo excepciones. La más curiosa ocurrió en Madrid. En la última legislatura de Joaquín Leguina, la Comunidad entregó 79 millones a este colectivo, por encima de los 24 dados a la Largo Cabellero o los 31 a la Pablo Iglesias, pro socialistas. El nuevo presidente regional, el popular Alberto Ruiz-Gallardón, ha suprimido estas ayudas.

El programa que respaldó Leguina consistía en un centro de integración para familias marginadas en el barrio de Los Girasoles, en Tegucigalpa (Honduras). Al año siguiente se sumó a esa actuación el consistorio de Barcelona y completará el ciclo el Ayuntamiento de Madrid. Esta inhabitual colaboración institucional y política lleva a los dirigentes de la fundación a defender que la ayuda humanitaria debe "despolitizarse".

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