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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El banco sorprendió

EL BANCO de España sorprendió ayer con su decisión de rebajar en medio punto porcentual su tipo de- interés de intervención decenal, hasta situarlo en el 7,75%, apenas tres semanas después de haberlo reducido en la misma cuantía. Un día después de su mensaje al Gobierno -al actual en funciones, pero sobre todo al próximo- sobre la inflación y el déficit público, más cauteloso que complaciente respecto de esos desequilibrios, el banco central ha debido tomar en consideración elementos adicionales para llevar a cabo ese nuevo recorte en el precio del dinero. Y éstos han debido ser, especialmente, la persistente apreciación de la peseta y un ritmo de crecimiento de la economía inferior al esperado.La continua fortaleza de la peseta estaba presionando fuertemente al Banco de España en el sentido de provocar intervenciones en los mercados de divisas con el fin de evitar que su tipo de cambio se apreciara por encima de las 84 pesetas por marco alemán. El resultado es el incremento de las reservas de divisas durante marzo -también hecho público ayer- de 3.600 millones de dólares, el mayor en un mes desde 1991. Ese fortalecimiento de la peseta -hasta hacer de ella la moneda más apreciada en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo- es tanto menos deseable cuanto más evidente es el debilitamiento de las exportaciones españolas. Junto a ello, la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento en la generalidad de las economías industrializadas reduce considerablemente los riesgos de incumplimiento de los objetivos de inflación fijados por el Banco de España.

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El Banco de España rebaja por sorpresa los tipos en medio punto

El descenso en el precio oficial del dinero no garantiza por sí solo, sin embargo, un mayor crecimiento de la economía. Dei la reciente reunión de los ministros de Trabajo del Grupo de los Siete, convocada para, abordar monográficamente el problema del desempleo, no se han podido deducir conclusiones mínimamente relevantes. Por el contrario, las previsiones de crecimiento divulgadas por el Fondo Monetario Internacional y la OCDE apuntan a la incapacidad de las principales economías para paliar de forma significativa ese desequilibrio. Ambas instituciones sitúan ahora la tasa de crecimiento prevista para el conjunto de la economía mundial y, en particular, para el grupo de economías industrializadas, la de España entre ellas, en un 2% anual. Es decir, una tasa muy distante de la necesaria para provocar un favorable comportamiento del empleo, principal exponente de las limitaciones que presentan algunas de las principales economías, particularmente las europeas.

Si es difícil con esas tasas de crecimiento económico mejorar el mercado de trabajo, no lo es menos hacer lo propio con el déficit público. También la posición de España es aquí relevante: los ingresos públicos derivados de los impuestos serán probablemente inferiores a los previstos 31 lo contrarío, ocurrirá con algunas. partidas del gasto público. El resultado previsible no será otro que la ausencia de progresos significativos en la aproximación a ese objetivo de situar el déficit público en el 3% del IPIB al final del próximo año. Es en este punto donde es preciso prestar atención a las advertencias del Banco de España acerca de las implicaciones presupuestarias de la incertidumbre que todavía rodea a la actual situación política.

Mucho más importante que esas declaraciones, tan ruidosas como meramente testimoniales, de los representantes del PP acerca de decisiones de ajuste presupuestario de limitada magnitud del actual Gobierno en funciones, es avanzar de forma efectiva y con conocimiento de causa en la elaboración de líneas de actuación presupuestaria para el próximo ejercicio y en la adopción de medidas liberalizadoras que también recomienda el Banco de España. Propósitos todos ellos que, siendo convincentes para los partidos políticos hoy considerados potenciales aliados del PP, también lo habrán de ser para el conjunto de los agentes económicos. De no ser así, la utilidad de este descenso de los tipos de interés quedará seriamente cuestionada.

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