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Jesús Ferrero presenta un libro por hipnosis

Aparece 'Hipnos', de Javier Azpeitia, y se reedita 'La asesina ilustrada', de Vila-Matas

Andrés Fernández Rubio

El novelista Jesús Ferrero utilizó ayer una especie de pulsera de cuentas a modo de péndulo para intentar hipnotizar, mientras hablaba sin dejar de mover el objeto, a los asistentes a la presentación de Hipnos, novela sobre psiquiatras, sueños e hipnotismo de Javier Azpeitia. El experimento, celebrado a mediodía en una taberna de Madrid, provocó que los asistentes se lanzaran ávidamente a pedir vermús y otros aperitivos. Hipnos es la tercera novela de Azpeitia (Madrid, 1962), y fue presentada junto a dos nuevos títulos de la editorial Lengua de Trapo, Dublín al sur y otros relatos, de Isidoro Blaisten (Concordia -Argentina-, 1933), y la reedición de La asesina ilustrada, de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948)."Cerrad los ojos y disponeos a vagar al compás de mi voz", comenzó diciendo Ferrero. "Imaginad el mar gris más allá de la Castellana, sus acantilados...". Y, como Hipnos cuenta la historia de una joven doctora en una clínica psiquiátrica, Ferrero quiso que los asistentes cambiaran de ambiente: "Es táis en un hospital de alienados, y estos muchachos que os sirven son loqueros, lo han sido siempre". El autor de Belver Yin añadió que la lectura de la novela de Azpeitia "supone entrar en una experiencia desconcertante", y destacó de la obra la inteligencia "conjugada con iluminaciones bruscas".

Blas Matamoro, que presentó el libro de Isidoro Blaisten, se dio por hipnotizado, y dijo que podía sentir el mar más allá de la Castellana por la fuerte corriente que había en ese momento en el local. Señaló que los cuentos de Blaisten presentan unos personajes cercanos al disfraz y al mundo de la picaresca en una sociedad de emigrantes como es la argentina. Destacó de los relatos el humor no siempre amable, a veces francamente negro", y su visión de una sociedad descompuesta.

Enrique Vila-Matas también sufrió los efectos hipnóticos. "Vengo a presentar el libro de otro, ¡porque yo soy otro!", proclamó ante el desconcierto de los camareros-loqueros. "Vengo a hablar de este tipo, un tal Vila-Matas, con 23 años", continuó, y relató que entonces vivía en París y leyó que a Unamuno, cuando también vivía en esa ciudad, se le ocurrió la idea de una novela que provocara la muerte de quien la leyera. Vila-Matas quiso escribir ese libro y se lo comentó a su casera, Marguerite Duras -"me cobraba por la buhardilla sólo mil pesetas al mes, y además nunca le pagué"- Duras le argumentó que era un intento irrealizable, y Vila-Matas comprendió que sólo lograría el pretendido efecto criminal en el espacio estricto de la escritura.

José Huerta, editor de Lengua de Trapo, anunció la próxima publicación de un autor novel que le envió su manuscrito (Marqués de Monteagudo, 29; Madrid): El prado de los monstruos, de Fernando Royuela.

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