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José María Merino: "Tenemos la obligación de defender los sueños"

El autor novela la vida de Lucrecia de León en el siglo XVI

Rocío García

Todavía duda de si fue él quien encontró a Lucrecia de León o al revés. El caso es que fue hace cuatro años y en una librería de viejo. El flechazo fue :inmediato. José María Merino (La Coruña, 1941) descubrió a una doncella castigada por los sueños en el siglo XVI, un personaje menudo, de aquellos que sufren la historia y no de los que la hacen. Renunció a la ficción y escribió una novela histórica, Las visiones de Lucrecia, que ahora publica Alfaguara. Lucrecia no quería soñar y soñaba, pero José María Merino afirma que "tenemos la obligación de seguir defendiendo los sueños que han hecho lo mejor de lo que tenemos".

José María Merino encontró en Lucrecia de León varios alicientes importantes. Lo primero, se apellidaba De León, él que se considera de esa tierra donde pasó su infancia y adolescencia. Era una doncella madrileña, humilde e inocente, olvidada por la historia pero con muchos elementos novelescos. Y además vivió en los últimos años del siglo XVI, con un rey como Felipe 11 y una obra como El Escorial. "El siglo XVI siempre me ha fascinado. Es un siglo brutal y solemne. Es el final del clasicismo y el comienzo del barroco, la consolidación de las grandes monarquías, los grandes poderes, la ostentación 1 la opresión". ¿Y Felipe II? y"Intento presentar su figura como un hombre que lleva un doble", afirma Merino, que ha estudiado'e1 personaje en libros, documentos y legajos. "Era un hombre lleno de contradicciones y extraño. Felipe II es el mismo ser distante, terrible e intolerante que defiende el aislamiento español y al mismo tiempo el hombre capaz de escribir a sus hijas con una intimidad y un cariño poco frecuente en su época".

Ha sido con el trabajo sobre Lucrecia de León cuando José María Merino ha descubierto su fervor por El Escorial y el monasterio construido por Felipe Il. "Durante muchos años aborrecí El Escorial. El franquismo nos hizo mucho daño porque nos obligó a hacer lecturas franquistas de las cosas. "Yo veía El Escorial como algo seco, con una presencia pétrea y 'enfrentada a todo lo que le rodeaba y, sin embargo, he descubierto que El Escorial es un mundo estilizado, donde hay muchas cosas que concurren. De una relación de amor-odio con El Escorial he pasado al respeto y al gusto".

Las visiones de Lucrecia es una novela histórica en la que Merino ha renunciado a la ficción. "Las novelas históricas versan siempre sobre grandes triunfadores o perdedores que viven la gloria del triunfo o la derrota. Lucrecia de León era un personaje desconocido pero con muchos elementos novelescos, una doncella que suena la destrucción de España y el final de la Monarquía, que consigue fascinar a nobles y religiosos hasta el punto de obligarles o sugerirles la creación de una congregación que va a defender España", dice el autor y le brillan los ojos.

Lo único que Merino se ha imaginado de la historia ha sido el pensamiento de Lucrecia. "Me he imaginado lo que pudo ser la evolución psicológica de esta criatura que, siendo la más pobre e inocente, termina siendo la más castigada. Pero he seguido la lógica de todos los elementos que me encontré en los libros y sobre todo en los legajos. Me he hecho de la cofradía de Lucrecia", afirma el escritor en su casa de Madrid, en un rincón lleno de literatura y recuerdos, entre ellos un cartel de Corto Maltés.

Un instrumento

Lucrecia de León soñaba y no quería soñar. Fueron los sueños los que le ayudaron a triunfar y los que finalmente la destruyeron. Pero si hay alguien defensor de la fantasía y los sueños ése es José María Merino. "La literatura es el instrumento más apropiado para aproximarse al mundo de los sueños y de vigilia que somos los seres humanos. También el arte y la poesía. Nuestra sociedad tiende a sustituir los sueños por cosas, a crear un mundo de razón y vigilia, pero no nos podemos rendir", dice este autor que se dió a conocer como narrador en 1976, con la publicación de Novela de Andrés Choz.

¿Y qué hacemos? "Tenemos la obligación de seguir defendiendo los sueños. No nos damos cuenta hasta qué punto lo que hemos construido históricamente proviene siempre de sueños, de planteamientos que en sí no tendrían lógica racional", contesta.

Serenidad

Merino sí que trabaja motivado por los sueños. "Los sueños son decisivos. No nos damos cuenta hasta qué punto los sueños son fundamentales para sobrevivir". Y Merino sigue soñando. Sueña con el año que viene, cuando deje de trabajar como asesor del Consejo Escolar del Estado para dedicarse únicamente a la literatura.Y aunque inicialmente afirma no tener un sueño abstracto, enseguida se le ilumina el rostro y afirma: "Tengo un sueno general de felicidad, no personal, y es que desaparezca toda esa brutalidad que está acechando y que acaba por destruir las mejores cosas". También confiesa uno más personal: "Conseguir la serenidad, poder leer tranquilamente y disfrutar de las cosas que leo, poder ver el mundo con serenidad". No sabe si es posible, pero es un sueño.

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