Llamas y saqueos en el último día del Grbavica serbio
Grbavica, último barrio de Sarajevo en poder de los serbios, vivió ayer una dramática agonía en las horas previas al traspaso de poderes a la Administración bosniocroata. A partir de hoy, la capital de Bosnia, símbolo de la guerra en la antigua república yugoslava, volverá a estar unificada.
Incendios, explosiones, disparos y saqueos fueron todo el día una pesadilla para los pocos habitantes que, contra viento y marea, han decidido quedarse a vivir en el barrio de Grbavica. Los soldados italianos de la OTAN y la policía de la ONU no daban abasto para frenar los desmanes de los extremistas serbios.
Los serbios se despiden con incendios y saqueos del último sector que controlaban en Sarajevo
Mientras se suceden los incendios y las explosiones llega el aviso de que en otro punto ocurre algo. Varios vecinos están en la calle. Agitados, cuentan que tres hombres han rociado de gasolina uno de los apartamentos. La patrulla italiana llega, toma posiciones e inspecciona cada planta. Efectivamente, uno de los pisos, con todo el mobiliario por los suelos, está inundado de combustible. Sólo es cuestión de echar una cerilla. El promedio de incendios provocados diariamente durante la última semana asciende a una treintena.Más peligrosas que el fuego son las minas sembradas durante la guerra y las bombas trampa colocadas en viviendas vacías, para sorpresa de los futuros moradores. Son varios los muertos heridos que ha habido por esta causa. Otra llamada a Ifor advierte que en otro edificio dos individuos han introducido varias cajas de explosivos.
Jelena y su marido, Mato, profesor de Economía jubilado, lamentan que "todo el mundo viene aquí -soldados, policías de la ONU, periodistas-, preguntan, toman nota y se van por donde han venido. Nadie hace nada". Aseguran haber visto a grupos de policías serbios de uniforme robar en varios apartamentos. "Llevamos 30 años en este barrio y no queremos irnos. Sólo espero la llegada de la policía de la Federación, porque ninguna situación puede ser peor que la que estamos viviendo", dice el viejo profesor, diabético y padre de dos hijos que hoy viven en Australia y Suráfrica.
Por la calle circulan algunos vehículos de la policía serbia, cuyos ocupantes parecen más dispuestos a provocar incidentes que a evitarlos. A bordo de un BMW reconozco a un ex oficial de la policía serbia de Grbavica, al que entrevisté hace dos años. "Me voy con mi gente, porque la policía musulmana no puede garantizar nuestra seguridad ante los desmanes de los extremistas, como está ocurriendo en llidza, en Vogosca, en llijas", dice.
Al otro lado del río, en la comisaría de la policía bosnia de Novo Sarajevo, hay una cola de gente que espera ser recibida por Safed Sutoc, el futuro jefe de policía de Grbavica, que hará hoy su entrada en el barrio. La mayoría son antiguos habitantes que huyeron ante las amenazas de muerte recibidas. Sutoc ha dicho que la seguridad de los serbios que se queden está garantizada.
El último día, cuando ya quedan horas para que el dominio serbio en Grbavica llegue a su fin, los más desposeídos abandonan el barrio a pie,arrastrando cuatro pertenencias. Quizá esperaban un milagro que no se ha cumplido. Desde la parte más alta del barrio, la carretera que, va a Lukavica, es una procesión de coches, furgonetas y gentes andando. El éxodo está a punto de terminar. Detrás dejan un barrio arrasado en el que los que vengan no encontrarán ni los marcos de las ventanas.
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