"Para las iberoamericanas, los obstáculos son la miseria y el Vaticano"

Tras la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en septiembre pasado en Pekín, "los principales obstáculos para las mujeres iberoamericanas son la miseria y el Vaticano", dice Virginia Vargas, representante de las ONG de la zona en la Conferencia.Las iberoamericanas afrontan, según Vargas, una nueva fase en su lucha por la igualdad social: "Se trata de ir más allá de las medidas legales conseguidas de los Gobiernos. Lla pelea es lograr que todas nos sintamos sujetos de derecho".

Vargas, peruana, piensa a escala continental. Lo cual significa, en Iberoamérica, tener siempre presente un sinfín de situaciones que afectan positiva y negativamente a las mujeres. "Pekín ha sido muy importante para las iberoamericanas", dice, "pero también porque que el trabajo previo de las organizaciones de mujeres fue decisivo. Los Gobiernos más democráticos tuvieron que acoger en sus delegaciones las propuestas de las mujeres. Sobre todo Pekín permitió acercar los problemas de la esfera privada, como la violencia, al ámbito de la ley. Ahora hay que transformar esos avances legales en absolutos derechos cotidianos". Como ejemplos inéditos hasta Pekín, Vargas cita la presencia de un movimiento de mujeres indígenas, o el afianzamiento de redes de mujeres afrolatinocaribeñas. Pero a juicio de esta responsable tampoco se pueden echar las campanas al vuelo. "Ha habido mejora en la salud y la reproducción", dice, "pero el peso del Vaticano es enorme.

En Pekín, toda Centroamérica, menos Nicaragua, apoyó las propuestas del Papa, el enfoque del Opus Dei en temas de control de natalidad. Incluso Perú se plegó, aunque horas antes Fujimoricriticó la injerencia católica en la planificación familiar. La jerarquía es retardataria, pero nosotras trabajamos con comunidades católicas de base e incluso hay una red de Católicas por el Derecho a Decidir". Una ley de aborto, que permita ejercitar o no ese derecho, es aún un desideratum en Iberoamérica. "En al-criticço la injerencia católica en la planificación familiar. La jerarquía es retardataria, pero nosotras trabajamos con comunidades católicas de base e incluso hay una red de Católicas por el Derecho a Decidir". Una ley de aborto, que permita ejercitar o no ese derecho, es aún un desideratum en Iberoamérica. "En algunos países se legisla ya una cierta tolerancia para el aborto por violación, pero en general es todavía un delito. A nosotras no nos gusta el aborto, pero nos parece elemental que haya la posibilidad legal".

El gran problema es la miseria. "Entre el campo y la ciudad sigue habiendo una inmensa fractura", dice Vargas. "En las zonas rurales andinas las mujeres siguen teniendo 10 ó 12 hijos, porque saben que se les va a morir la mitad. Y la información no les llega. El reto es difundir en el campo los temas de derechos contra toda exclusión".

Vargas va a publicar El triángulo del poder, un libro sobre la colaboración de feministas, políticas y funcionarias, con ejemplos de Holanda, Noruega, México, Perú, Chile, Brasil y Trinidad-Tobago. "En Iberoamérica, al revés que en Europa, no abundan las funcionarias", matiza, "y la alianza puede ser entre feministas, políticas y académicas".