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46º FESTIVAL DE BERLÍN

Robbins: "El espectador debe formarse su juicio sobre la pena de muerte"

El director presentó su película junto a la monja católica protagonista de los hechos

El director norteamericano Tim Robbins no pretende con su película Dead man walking (Pena de muerte), presentada ayer en la Berlinale, influir sobre el espectador y hacerle tomar una postura determinada sobre la pena de muerte, sino permitirle que se forme su propia opinión ante los hechos reflejados. Sonaban sinceros los aplausos y bravos con que acogieron ayer a Robbins en la conferencia de prensa, tras la proyección de su película. Robbins acudió a Berlín sin su mujer y actriz principal de la película, Susan Sarandon, pero estuvo acompañado de la hermana Helen Prejean, la monja católica protagonista de los hechos y autora del libro en que se basa el guión.

Robbins tiene aspecto de buen chico que nunca ha matado una mosca. Para el director no se trataba en la película de emitir un juicio de valor sobre la pena de muerte, sino tratar los problemas de unos seres humanos involucrados en la ejecución: los dos protagonistas, la monja y el candidato a la ejecución, más las dos familias de la pareja asesinada y la del asesino. Destaca Robbins el hecho de no haber manipulado la película, para presentar al asesino como inocente, e insiste en que sobre el problema de la pena de muerte "cada uno tiene que formarse su opinión propia, porque no se trata de hacer propaganda que equivalga a servir un dulce para la hora de acostarse y al día siguiente seguir como si nada".La presencia de la monja que protagonizó los hechos en los que se basa el filme dio un sesgo mayor de autenticidad a la historia relatada en la película. Explicó Prejean que hace unos días en Nueva Orleans los familiares de una chica asesinada le dijeron que ver la película les había ayudado a superar el trauma. En un coloquio sobre la pena de muerte en Louisiana, al que acudió invitada la monja, "asistieron más de 200 personas, cuando lo normal sería que no llegaran a dos docenas. Ven la película y después compran el libro, que figura entre los más vendidos. Con un tema tan desagradable esto es insólito". Aquí Robbins se permitió una observación irónica sobre Ias monjas ricas" con la venta masiva de libros de éxito.

Explicó la religiosa que la reproducción de la ejecución por medio de la inyección letal era idéntica a la real y se mostró encantada de la actuación de Sarandon al representarla a ella. Al contemplar el rodaje de la primera escena, la visita de la monja a la familia de la chica asesinada, le hizo sentirse transportada a la situación real que ella vivió.

Los ojos del público

Robbins destaca el papel de Sarandon, a quien califica de "la mejor actriz". Subraya Robbins la dificultad del papel, porque no se trata de una actuación en la que pueda tirar cosas contra las paredes y tener mucha acción, "tiene que ser los ojos del público y eso para un actor resulta muy difícil de interpretar"."Se me abrió una puerta con el libro de Prejean para rodar una película sobre las ejecuciones", dijo Robbins. No quiso el director mantener contactos con las familias de los asesinados, porque ya le bastaba con el material que contiene el libro, "entrevistarme con los padres sólo habría servido para satisfacer mi ego y demostrarme que había investigado el tema a fondo, pero no habría añadido información". La monja corroboró que esto habría provocado que quisiesen ver la película de antemano y habría quizá dejado insatisfechas sus expectativas.

La película de Robbins se mueve en las antípodas de otra presentada 24 horas antes en la sección Panorama de la Berlinale. En Ojo por ojo, del británico John Schlesinger, con Sally Field como madre vengadora, se hace una auténtica apología de la justicia tomada por su mano ante la ineficacia del aparato judicial. Robbins, en cambio, realiza una descripción notarial del castigo institucionalizado, en nombre de la ley.

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