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Elecciones 3 de marzo

El desconcierto se apodera de la lucha contra ETA

Hijo de una víctima del atentado de VallecasProfesor de Teología en Deusto

El desconcierto político derivado de la falta de unidad en el diagnóstico y tratamiento del problema terrorista y el escaso grado de eficacia policial y judicial mostrado a la hora de contrarrestar la escalada de ETA y su entorno son dos elementos que caracterizan la actual situación. El primero, resultado de la ruptura de la unidad de criterios en el Pacto de Ajuria Enea tras las adscripción de los nacionalistas PNV y EA a la denominada tercera vía abierta por el grupo mediador Elkarri, tiene un efecto desmovilizador que impregna, en cascada, al conjunto de la sociedad vasca.El segundo, que explica el envalentonamiento y la impunidad con que actúan los protagonistas de la violencia callejera y los responsables de KAS, ha ofrecido últimamente imágenes ilustrativas: la de un dirigente de Jarrai zarandeando a un policía autonómico, las agresiones a asistentes a las cencentraciones pacifistas y la impúdica exhibición cotidiana de la apología del delito y de la amenaza.

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En este clima, en el que el abanico de potenciales candidatos al tiro en la nuca o a la agresión callejera se ha abierto a los políticos y a todos los ciudadanos que alzan su voz contra ETA, el miedo, la sensación de inseguridad personal y la incertidumbre colectiva han ido ganando terreno en la sociedad vasca.

Hay conductas, como la recogida de fondos voluntarios iniciada por Jarrai entre los comerciantes locales o la inhibición de los testigos de la fiscalía en el juicio contra los presuntos saboteadores de la autovía de Leizarán, que alertan del peligro de que el País Vasco acabe pareciéndose a Palermo. La combinación entre violencia callejera, apología permanente de ETA y ofensiva terrorista parece haber desbordado la "capacidad de reacción realmente existente" del sistema democrático en Euskadi y, en todo caso, ha dejado al descubierto la confusión instalada en la esfera política vasca.

El propio Juan María Atutxa, consejero vasco de Interior, admitía horas después del asesinato de Fernando Múgica que la Ertzaintza y, por extensión, el resto de las policías, "no sabemos muy bien qué hacer". Mientras los trabajadores de Alditrans, la empresa del secuestrado José María Aldaya, reprochaban a los partidos haberles dejado solos en la estacada frente a las organizadas contramanifestaciones de HB, políticos, jueces y policías se atribuían mutuamente la responsabilidad de la situación.

El pesimismo se extiende justo en el momento en que el nivel de concienciación ciudadana contra ETA es más alto que nunca y el apoyo electoral a HB se encuentra en los niveles más bajos de su historia.

Santiago Esteban

Santíago Esteban, estudiante de 25 años, vive para no olvidar. La bomba que mató a su padre y a cinco funcionarios de la Armada en Vallecas ha sacudido su vida. "Voy a luchar al máximo contra la violencia", dice. Incluso está dispuesto a viajar al País Vasco para combatir el terrorismo. "Pienso que todos estamos en peligro", asegura. "Nadie puede vivir tranquilo. Todos estamos en el objetivo de ETA". Ahora desea que los partidos no gañen votos a costa del terrorismo. "No quiero oír ni demagogia ni verborrea en los políticos cuando hablen de los atentados". Un partido alienta su rabia. "Al votar yo espero que recuerden que Herri Batasuna está apoyando a los violentos". Esteban quiere más medios en la lucha contra ETA, más implicación de los jueces en el combate y el cumplimiento íntegro de las penas para los condenados. "La Constitución está abierta a posibles modificaciones", señala Santiago Esteban, para subrayar que cualquier reforma legal es oportuna si ayuda a combatir el terrorismo.-

Rafael Aguirre

Rafael Aguirre, de 52 años,. cree que la violencia etarra tiene su origen en una cultura de la violencia de raíces endógenas arraigada en Euskadi. Considera que el nacicinalísmo vasco tiente que hacer una seria autocrítica porque en su seno se ha producido este fenómeno aberrante, con el que no se puede tener ningún atisbo de complicidad.Piensa que es muy perjudicial la hipocresía de. quienes condenan a ETA, pero buscan aprovecharse de su empuje en beneficio sus postulados políticos.

Lo que hoy se impone, igreg , es denunciar la intimidación, las mentiras y la violencia, y, a la vez mostrar las posibilidad de una democracia abierta; acabar con la impunidad escandalosa de los violentos y con los mitos de que vive su racismo y su fanatismo.

Aguirre considera que esclarecer hasta el fondo los GAL es reforzar la democracia en su lucha contra ETA.

Pacifista agredida

Consuelo, de 60 años, fue apedreada por un grupo de jóvenes violentos cuando protestaba en silencio por un atentado de ETA. Lleva más de cinco años acudiendo a las concentraciones pacifistas y seguirá haciéndolo. "Si otro día me dan otro golpe, seguirá resistiendo", asegura.Sus agresores le producen "tristeza", y en muchas ocasiones siente "desolación" cuando ve que los que gritan frente a ella "manifiestan el odio de persona a persona, te miran con rabia". "Lo peor de todo", agrega, "es que te hacen sentir a ti también todo lo malo".

Reconoce que cada vez que se produce un atentado terrorista lo primero que siente hacia los asesinos es odio y luego su deseo es que los detengan porque, según señala, es la única forma de que no vuelvan a matar.

Cree que es muy difícil solucionar el problema del terrorismo porque lo que hay es "odio de persona a persona, entre vecinos. Soy vasca,, y cuando veo a esta jauría creo que no tienen remedio, les oyes hablar y piensas que han venido de otra galaxia".

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