Operación León de la Metro
Estos días la calle se llena de malévolos que gustan de contar el último chiste sobre su candidato más detestado. De José María Aznar se dice que un asesor conminóle más o menos en estos términos: "Presidente, ya que no va a tener más remedio que reunirse alguna vez con Clinton, convendría que aprendiera algo de ingles, aunque fueran cuatro pala1bras". Y él, sobriamente: "Cuatro palabras ya sé". "¿Ah, sí?", el asesor, prudente. Y él, sacando pecho: "Metro, Goldwyn, Mayer". "Eso sólo son tres. ¿Y la cuarta?". Y él, en plan zarpazo: "Grrrrrrrri-".Puestos a chistosos, todos lo son, sobre todo González cuando repite que Aznar le recuerda a Groucho Marx: qué mas quisieramos todos que acabara por gobernarnos Groucho. González se mostró en extremo chispeante ayer, en Alcorcón, ante los jubilados, dando pie a que subiera al estrado uno entrañable, Raimundo Gómez, por más señas, que estuvo muy acertado al señallar que, antes de la España socialista, "nos sacaban las muelas los barberos". Todo el mundo aplaudió esta alusión a la vida en nuestro país antes de Largo Caballero. "Y ahora llamamos de tú al capitalismo", concluyó, sin que a Cuevas se le humedeciera la calva.
También hay otros que viven, forzosamente, en un micreclima. Son los periodisitas que siguen a Julio Anguita, que tienen la impresión de hallarse en otro país, en otra galaxia, o en la cima del HimaÍaya por lo menos. Habrá que ir pensando en que las empresas les costeen una temporada en la Ruber, mínimo, para que se readapten. El caso es que don Jullio, cada vez que pretende aludir a los muchos maquilliajes que se ha puesto el PSOE para aparentar lo que no es, no pasa de nombrar a Margaret Astor, Elena Francis, y Ponds. Mon Dieu. Con lo que queda de campaña le da tiempo a recomendarnos: 1) agua de Carabaña como purgante, cada mañana, en ayunas; 2) linimento Sloan para los esguinces; 3) aceite de hígado de bacalao refinado Emulsión Scott como reconstituyente; y 4) pastillas del Dr. Andreu para la tos. Comprenderán que, comparado con esto, que el lunes nombrara a Bakunin en Zaragoza es una bagatela.
Lo más entretenido que ha llegado a mis oídos de víbora en los últimos días es la anécdota que relatan varios antiguos compañeros del popular Miguel Ángel Cortés de cuando estaba en el colegio de Lourdes, de Valladolid, de los lasalianos con babero. Y es que una de las cosas que más le gustaba hacer al entonces tierno infante era organizar un pequeño concurso para decidir quién era el más pobre de la clase. A esos amigos que hoy lo cuentan, más de una vez les tocó el honor. Don Miguel Ángel, mientras tanto; iba fardando de que "mi padre tiene la caja fuerte llena de lingotes de oro". Adoro a estos niños. Y es más: me encanta que a Miguel Ángel Cortés planeen los del PP colocarle en el refundido Ministerio de Cultura y Educación. Me sobrecogería más aún que lo pusieran al frente de Cultura e Interior, o Educación y Defensa, por poner un ejemplo. Pero lo más acojonante de la operación Metro-Goldwyn-Mayer del nuevo centrismo que nos acomete es averiguar, yendo de noche por ahí, de copas, y a través de conocidos del susodicho, que el PP, en su afán de modernizarse, llegó a ofrecerle al cantautor Ricardo Solfa, ex Jaume Sisa, libertario de toda la vida, crear el himno del Partido Popular. El hombre, desconcertado, aceptó por curiosidad la cita a ciegas que le proponían. Pero a mitad de la conversa, según cuentan, se atragantó e hizo la pregunta inevitable: "Pero vosotros ¿sa béis quién soy yo?".
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