La frutería
Agotadas materialmente todas las posibilidades de análisis estructural y denuncia subliminal del minutín y medio, y a la espera de la segunda entrega del Apocalipsis según Ferraz, entramos en la frutería de Aznar antes de que la retiren de la cartelera. No es justo lo que está ocurriendo con el vídeo del PP. Una cosa es que hayamos quedado cegados de momento por el resplandor blanquinegro del nervioso y cabreado clip socialista, y otra muy distinta este brutal silencio de crítica y público. Parecería una conspiración si no fuera porque, como se sabe, los conspiradores son ellos mismos.Algo muy raro está pasando aquí cuando resulta que el PP elige una frutería de barrio madrileño como escenografía no subliminal de su programa fantasmal. Y no satisfecha con mostrarnos una beatífica secuencia de un masculino consejo de administración de licenciados en algo así como Ciencias Empresariales (sección no jesuitas), concluye el spot de marras desde esa inconfundible voz en off publicitaria que en televisión amplifica esas grandes juntas generales de accionistas del Santander, Iberdrola, Repsol o ENDESA. Exactamente como si en lugar de votos, los recién duchados y comulgados gestores de la frutería del PP nos pidieran acciones, bonos, obligaciones.
Resulta que la derecha española de toda la vida se mete delante de nuestras narices en una frutería de barrio fino, en un confesional consejo de administración, en una junta societaria doblemente anónima y especulativa, y aquí nadie dice ni pío. Por si fuera poco, rodado el vídeo conservador en 35 milímetros, a todo tecnicolor, desde esa reconocible estética neocostumbrista que a pecho descubierto practican Milikito, Lina Morgan y Farmacia de guardia, y apostando doble contra sencillo a que esa tonta serenidad que exhiben está conseguida gracias a los efectos especiales del Prozac o derivados.
¿Dónde están los columnistas de antaño? ¿Qué se hizo de aquella insumisión permanente y divertida de los años rebeldes? No lo entiendo aunque me maten. La derecha más vaticana de Europa, luego de armar el cirio célebre, se refugia del ciclón electoral en una confortable frutería de barrio madrileño más o menos elegante, blindándose entre toma tes, lechugas, pepinillos y sociedades anónimas cruzadas e interpuestas, y aquí nadie gurguta. Sólo lirismo columnero para rasgarse las vestiduras periodísticas. Suena como a coña o estafa. A mí me dicen hace 10 o 15 años que el enemigo natural de la institución libre de enseñanza está agazapado en una frutería pija subterránea conectada con el consejo de administración del Santander, y es que ganó el Pulitzer. En cuando al vídeo de IU, funciona en la misma línea frutal. El primo de Zumosol finge pasear al modo de la escuela de Platón por los alrededores de la pequeña frutería de Aznar, entre Cristina Almeida y Pablo Castellano; un trío absurdo, imposible de tomar una cerveza alegre en la vida real. Esta vez, incombustible profeta simétrico intenta subrayar que como lo del PSOE es patético, lo suyo es peripatético.
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