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Elecciones 3 de marzo

Besos de campaña

Carmen Romero recibe un torrente de afecto en una visita electoral al cinturón industrial de Barcelona

Besos, caricias, más besos y más caricias. En las mejillas blancas, en la lacia cabellera castaña. Piropos. "¡Qué guapa estás, Carmen!". Palabras de aliento. "Dale ánimos a Felipe, que vamos a ganar!". Más besos. Besos sonoros, redondos, rotundos. Un cachorro de perro con su correspondiente cartilla de vacunas y un par de pendientes, obsequios de dos mujeres que consideraron que un beso desnudo no era suficiente regalo para la ocasión. Y una única imprecación, por cortesía de una jovencísima pareja, barras de pan bajo el brazo: "¡Corruptos, ladrones!".Todo eso se llevó ayer en la cesta Carmen Romero, candidata del PSOE por Cádiz y esposa del presidente del Gobierno, tras una breve visita al popular mercadillo de Sant Adriá de Besós, una localidad limítrofe con Barcelona poblada por trabajadores de origen inmigrante.

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Un remolino humano atravesó el mercadillo al paso de Romero y del primer candidato del PSC, Narcís Serra, quien quedó eclipsado al instante por su coireligionaria. Tal era la aglomeración de mujeres que pugnaban por besar una mejilla de Romero o posarle una mano en la nuca, que Serra, dejado de lado por la mayoría, optó por hacer algo útil y comenzó a impartir instrucciones de seguridad a los (organizadores de la visita electoral.

Blandiendo una indesmayable sonrisa de media luna, Romero repartió claveles reventones, correspondió a los bes os y oyó peticiones variopintas.

-A ver si subís las pensiones -le pidió con dulzura una anciana con la compra a cuestas.

-¿Cuánto cobra usted? -inquirió con igual suavidad la esposa de González.

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-Cuarenta y cinco mil.

-Las tenemos que subir. Veremos si nos dejan hacer que los ricos paguen sus impuestos.

Unos pasos más allá, un hombre pedía a la comitiva trabajo para la juventud. Oído, sonrisa y clavel. Y luego, una mujer que arrastraba con pesar unos pies planísimos cogía a Serra del brazo y le pedía un piso. Oído y sonrisa. Los claveles, para entonces, ya se habían acabado.

Romero y su comitiva daban ya por terminada la visita al mercadillo cuando les salieron al paso dos muchachitas luciendo sendas prótesis dentales. Con ademán tímido le pidieron un par de besos a la candidata por Cádiz. Cómo no. Mua, mua. Superada la barrera física, la más lanzada de las dos le espetó: "Recuerdos para Él". Y lo dijo pronunciando un él con mayúscula. Nadie necesitó aclaraciones.

Tras el paseo por el mercadillo, donde Romero opinó que la vida política catalana "es más civilizada" que la del resto de España, la esposa del líder del PSOE participó en un curioso almuerzo conperiodistas en Santa Coloma de Gramenet. El PSC no había convocado a todos los medios de comunicación, sino únicamente a aquellos cuyos directores habían tomado en su día la preclara decisión de encargar la cobertura informativa de la campaña socialista en Cataluña a una periodista mujer. Los profesionales de sexo masculino no tenían opción a compartir mantel e información con Romero en plena campaña.

Al final, lo que no lograron razones y argumentos, lo consiguió ipso facto una simple orden del senador Josep Maria Sala. El almuerzo quedaba abierto a los periodistas hombres, para probable quebranto de beneficios del/ a sexador/a de periodistas previsiblemente contratado/a para franquear o impedir la entrada al restaurante. Y también para notorio enfado de la alcaldesa socialista de Santa Coloma, Manuela de Madre, cuyo rostro castigó con un mohín desdeñoso todas y cada una de las intervenciones de los periodistas varones.

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