Los refugiados se resisten a volver a Ruanda pese a las presiones de Zaire
La cuenta atrás para los cerca de 190.000 ruandeses que durante, año y medio han vivido en el campo de Kibumba, en Zaire, comenzó a las seis de la mañana de ayer. Doce horas después de que 200 soldados armados se desplegaran en torno al campo impidiendo la salida y entrada de personas al mismo y cualquier actividad comercial, un portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) indicó que la medida no había conseguido que los ruandeses allí refugiados emprendieran el camino de vuelta a casa. Al caer la tarde, ni un solo refugiado había manifestado su intención de volver a Ruanda.El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, que tiene capacidad para repatriar a unas 6.000 personas diarias, sólo transportó a los 41 refugiados de los campos de Goma que habían manifestado su deseo de volver a cruzar la frontera entre Zaire y Ruanda.Con estas medidas, decididas el sábado en Goma en una reunión de las autoridades zaireñas con representantes de los refugiados, la ONU y las ONG, se inicia la ampliación de los acuerdos alcanzados en febrero del pasado año para proceder a la repatriación voluntaria de los 1,7 millones de refugiados ruandeses, casi todos de la etnia hutu y que tienen miedo de volver a Ruanda. Cerca de un millón se encuentran en Zaire, 600.000 en Tanzania y unos 120.000 en Burundi.
"El objetivo es cerrar todos los campos de Zaire, aunque no existe un plazo para ello", precisé Ron Redmon, quien señaló que tanto el personal del ACNUR como el de las ONG continúan realizando su trabajo y han recibido la promesa de las autoridades zaireñas de que los soldados no entrarán en el campo para forzar a los refugiados abandonarlo. Pero las dudas persisten en la organización, donde se teme que con la llegada de la noche los soldados puedan entrar en acción.
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