Violenta manifestación en Jerusalén contra el racismo del Banco de Sangre
"Apartheid en Israel"; "aunque nuestra piel es negra, nuestra sangre es tan roja como la vuestra y somos tan judíos como vosotros". Con pancartas como éstas y llenos de furia, miles de judíos etíopes residentes en Israel desde hace una década se manifestaron ayer frente a la residencia del primer ministro, Simón Peres. Protestaban por la política del Banco de Sangre, que sistemáticamente destruía sus donaciones con el argumento de que podían estar infectadas de sida. Al final, Peres recibió a una delegación de los manifestantes y les pidió disculpas, aunque les recriminó su violenta protesta.
El primer ministro dijo que ni él ni su Gobierno sabían nada de los descartes del Banco de Sangre. El diario Maariv destapó el escándalo al publicar una foto de un frasco de sangre donde se advertía: "No usar, donante de Etiopía". El Banco de Sangre israelí confirmó después que ésta era una práctica sistemática con todas las donaciones procedentes de judíos etíopes por el temor a que estuvieran infectadas con el virus del sida. No habían dicho nada para no herir los sentimientos de los donantes. El ministro de Sanidad, Efraín Sneh, echó más leña al fuego de la polémica: dijo que la tasa de infectados del sida entre los judíos etíopes es 50 veces más alta que la del resto de la población israelí. La comunidad de judíos etíopes, unas 60.000 personas que viven en Israel desde 1984 o 1985, dice que sólo ha habido 300 casos de sida entre ellos.
Control obligatorio
Sin embargo, someter todas las donaciones de sangre a la prueba del sida es obligatorio en la mayoría de los países occidentales desde hace una década, después de que se descubrieran los primeros casos de infección por transfusiones a hemofílicos. En España, por ejemplo, esa obligación data de febrero de 1987. Francia impuso una norma similar en junio de 1985.
El argumento del sida ha tenido una respuesta unánime por parte de los judíos etíopes. "Es racismo", clamaban ayer miles de manifestantes frente a la residencia de Peres. La protesta se saldó con al menos medio centenar de heridos entre policías y manifestantes. Uno de los agentes perdió un ojo y uno de los manifestantes está gravemente herido.
Los manifestantes lanzaron piedras y ramas arrancadas de los árboles a los policías. Los agentes replicaron con balas de goma, mangueras de agua a presión, bastonazos y gases lacrimógenos.
El jefe de la policía nacional, Asaf Jéfetz, dijo no recordar ninguna, manifestación tan violenta. El jefe de la policía de Jerusalén, Arye Amit, responsable directo de la represión policial, justificó la dureza de sus agentes porque "era el único medio de evitar que irrumpieran en la residencia del primer ministro", donde éste mantenía la reunión semanal de su Gabinete. Según este jefe policial, hasta podrían haber atacado a los ministros.
El desprecio a sus donaciones de sangre fue la llama que hizo explotar todas las quejas de la comunidad etíope en Israel, en la que se ceba el desempleo, la falta de viviendas y los suicidios entre sus soldados por las humillaciones a que son sometidos.
Tras una auténtica batalla campal de varias horas, Simón Peres se reunió con una delegación de los manifestantes, encabezada por Adiso Masala, líder de la comunidad de judíos etíopes en Israel. Peres les pidió disculpas en su nombre y en el de su Gobierno por la política del Banco de Sangre. Y anunció la apertura de una investigación porque, dijo, ni él ni su Gabinete sabían nada de la práctica de evitar que la sangre etíope pudiera mezclarse con la del resto de los judíos que habitan en Israel.
Pero las declaraciones del ministro de Sanidad ponen en entredicho esta supuesta ignorancia. Los etíopes le pidieron su destitución inmediata, así como la del responsable del Banco de Sangre. "No podemos tener racistas en los más altos puestos de responsabilidad de Israel diciendo que olemos", argumentó Masala.
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