El poeta y su cartero
Veintidós años después de su muerte, las huellas de Pablo Neruda distan de haberse borrado. Sus Veinte poemas de amor siguen batiendo todas las marcas de venta y demostrando que los grandes poetas sí venden. A las numerosas ediciones del libro que circulaban por España acaba de agregarse la edición crítica que le ha consagrado un hispanista italiano, Gabriele Morelli (Colegio de España, Salamanca). Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg prepara una nueva edición de las Obras completas, en seis tomos, que sustituirá a la venerable de Losada. Es de esperar que incluya, entre otros textos desconocidos, el extenso poema Aquí estoy, escrito en Barcelona en 1935 y publicado en París en 1938 (la edición se subastó en Madrid, hace un par de años), donde Neruda se revolvía contra sus enemigos y proclamaba, airado su indeclinable confianza en sus posibilidades como poeta: "Estoy lleno de lágrimas y amapolas cortadas / y pálidas palomas de energía [..], y con todas las materias del mar, / con todas las materias del corazón, escribo".Mientras tanto, a las salas de cine españolas ha llegado, y el público ha respondido, la película italiana El cartero (y Pablo Neruda), adaptación libre de la tierna y dura novela del Chileno Antonio Skármeta El cartero de Neruda (Ardiente paciencia) (Plaza & Janés), donde dos grandes actores, el francés Philippe Noiret y el italiano Massimo Troisi, que murió poco después del rodaje, se dan la réplica intérpretando magistralmente al poeta y a su cartero, que terminan siendo ámigos. Skármeta situó su fábula en Isla Negra, durante el período, que desembocó en el golpe militar de Pinchet; Troisi, responsable: último de la película, italianiza la historia y la traslada a los años cincuenta, cuando, en efecto, Neruda exiliado de Chile, residió en Italia. El cambio de escenario no afecta al núcleo de la. conmovedora historia que imaginó Skármeta: es un homenaje a la poesía, a Neruda a los muchos miles de luchadores de izquierda que dieron su vida por los más hermosos ideales de la, fraternidad entre los hombres. El cartero chileno, que hablaba a su novia con las metáforas de su poeta y que caería en los días del golpe de Pinochet (ochenta añitos robustos, ha cumplido el generalito, vaya por Dios), se trueca aquí en un italiano meridional,. que vota comunista y resulta abatido en una carga de la policía.
Poco importa que esos ideales hayan sido puestos en la picota. Más allá de la corrupción y la mentira de los usurpadores están esas miles y miles de vidas que se entregaron generosas a defender la verdadera libertad, la que nace de la igualdad efectiva, no teórica, entre los hombres. Eso sigue vivo; no morirá nunca. Como viva sigue la mejor poesía de Neruda: la de sus poemas de amor adolescente; la de su Residencia en la Tierra, dolorosa, volcánica y celeste; la de su Canto general, que continúa siendo el poema épico de este siglo; la de sus Odas elementales, esa inigualada celebración de la materia; la de tantos y tantos poemas perdurables que absuelven poéticamente a su autor de sus tristes versos estalinista de sus sostenidos silencios ante la perversión quede los más altos sueños llevaba a cabo el bigotudo ex seminarista de Georgia.
Exaltado y combatido el poeta en vida con idéntica furia, quedan sus textos mayores, ungios por la más fuerte verdad del hombre, que es la de la palabra. Entretanto se dan a conocer nuevos datos sobre el personaje, que, en vez de degradarlo, lo hacen más rico. Al parecer, su designacion como embajador en París (1970-1972) fue consecuencia de un último, lance amoroso que Neruda, tuvo en Isla Negra con una muchachita, sobrina de su mujer, Matilde Urrutia, cuyo descubrimiento puso en manos de la musa de Los versos del capitán, truenos, rayos y relámpagos que expelieron al enamorado poeta desde los acantilados de la isla a los cielos urbanos de Francia. Pero ni en París ni después se olvidó Neruda de aquel don final que le ofreció la vida, que incluso mencionó en sus disposiciones postreras. Confieso que he vivido, el magnífico libro memorial, resbala, lógicamente, sobre la cuestión, como casi resbala -aquí no tan lógicarnente sobre Delia del Carril-, su mujer de tantos años. Algún día, sabremos también la verdad sobre esta obra. Pero la última verdad de Neruda ha salido de sus libros, que alumbraron otro libro, el de Skármeta, y ahora nos llega en la frágil y firme figura de Masimo Troisi, ese cartero heroico, dulce y desventurado.
Babelia
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