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El estadounidense Yang Yong gana el concurso de composición de Tarragona

Participaron 180 compositores de 64 países

Se ha discutido mucho sobre la utilidad de los concursos musicales que me parece obvia en el caso de los dedicados a la composición si están llevados con inteligencia, entusiasmo y conocimiento. Un caso: el Premio Alcoy que rige Javier Darias; otro, el Concurso Ciudad de Tarragona de Tarragona, que asesora Joan Guinjoan. En tres años, este certamen internacional, que no cuenta con grandes medios pero sí con el apoyo decidido de la municipalidad, ha llegado a reunir 180 partituras venidas de Europa (83), Norteamérica (41), América Central y del Sur (14), Asia (12), Australia (2) y una de África, a las que hay sumar 27 envíos españoles.Compositores procedentes de 64 países y, en el caso de España, de 23 provincias han presentado esta vez partituras sinfónicas de un valor medio que va de lo estimable a lo elevado, lo que hizo difícil el trabajo de un jurado con mayoría extranjera -uno de los datos que hacen prever la pronta inclusión de la competición tarraconense en la Asociación Europea de Concursos con sede en Ginebra-. Tras largas deliberaciones se otorgó el primer premio, dotado con un millón de pesetas y el estreno de la obra por la Orquesta de Barcelona, al estadounidense, de origen chino, Yang Yong. El segundo galardón, patrocinado por Hoechst Ibérica y dotado con medio millón, correspondió al también norteamericano, residente en Karlsrhue, Lance R. Hulme.

Resulta importante para la buena marcha de este concurso anual el apoyo decidido del Ayuntamiento, cuyo consejero de Cultura destacó en el acto final cómo "se ha convertido en uno de los ejes de la política musical del consistorio", en tanto el maestro barcelonés Josep Soler, el argentino José Luis Campana, el muniqués Dieter Acker y los franceses Yves Prin y Antoine Tisné, subrayaron que por su rigor e índice de participación, el empeño tarraconense debe figurar entre los más importantes de Europa en su género.

Como final escuchamos a Anna Ricci, plena de voz y expresión personal, páginas de Schönberg, Mestre Quadrenyi, Montsalvatge, Josep Soler y Joan Guinjoan, quien escribió su Tríptico de Semana Santa sobre poemas de Espríu, mientras Soler mostró su vena dramática al musicalizar un texto de Baudelaire y Mestre su fino sentido lírico en las Caneons de Bressol, apoyada en versos de Brossa.

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