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Un nuevo escándalo de corrupción y lujo sacude Brasil

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALNuevamente huele a podrido en Brasil. El Sistema de Vigilancia de la Amazonía (Sivam), el mayor proyecto de control territorial del mundo, adjudicado por 1.400 millones de dólares a una empresa estadounidense, ha desencadenado una fuerte crisis. El escándalo, investigado por el Senado, reúne todos los elementos para ser mayúsculo: champán en Las Vegas, lujos en Belo Horizonte, espionaje, sobornos, escuchas telefónicas de altos funcionarios, pugna de intereses castrenses y partidistas y, sobre todo, mucho dinero por medio. El presidente Fernando Henrique Cardoso defiende el contrato y advierte del riesgo de graves daños al prestigio del país si el Parlamento decide cancelarlo.

Las gestiones efectuadas por los Gobiernos de Washington y París y las cuchilladas traperas entre las compañías de defensa de esos países Raytheon y Thomson han sido tan frecuentes como cuantiosos los millones repartidos y las citaciones periodísticas para hacerse con la instalación de un sistema de radar pensado para combatir la violación del espacio aéreo nacional, algo que, según datos militares, ocurre 100 veces por mes, debido a los coladeros fronterizos, el narcotráfico y la depredación de la naturaleza en un área de cinco millones de kilómetros cuadrados.

El programa, susceptible también de almacenar datos pretendidos por el espionaje industrial, establece 17 radares fijos y otros móviles a lo largo de la selva amazónica, la más importante reserva del mundo en vida y recursos biogenéticos y muy abundante en yacimientos de minerales preciosos.

El escándalo, el mayor en el país desde la toma de posesión de Cardoso, hace casi un ano, estalló al publicarse una conversación privada entre el jefe del ceremonial de Cardoso, su estrecho colaborador, Julio César Gomes dos Santos, y José Afonso Assumpçao, representante de la firma norteamericana Raytheon. Hablaban del senador Gilberto Miranda, opuesto al contrato argumentando serias fallas en su análisis. "Es un hijo de puta", se lamentaba Assumpçao. "¿Le preguntaste cuánto quería?", aconsejó Gomes, próximo seguro embajador de México hasta su forzada dimisión.

También lo hizo él ministro de Aeronáutica, Mauro Gambra, huésped a cuerpo de rey durante dos días en el palacio de Belo Horizonte, propiedad del activo Assumpoçao. Más tarde cayó Francisco Neto, que fue secretario privado del jefe de Gobierno y presidente del Instituto Nacional de Reforma Agraria, acusado por la prensa de haber ordenado el control de los teléfonos de Gomes mientras fue secretario de Cardoso. Se esperan nuevas denuncias.

Adjudicación suculenta

Nadie se atreve a anticipar el final de la suculenta adjudicación, en licitación cerrada y progresivamente encarecida al incluirse obras de dudosa necesidad, y admiten que hay fuertes presiones sobre la comisión especial del Senado encargada de su estudio.

Las sospechas se generalizaron. Y en ellas cayó el centrista Miranda, nunca caracterizado por su altruismo. Se le calcula una fortuna de 500 millones de dólares. "Mi opinión es que el proyecto debe comenzar de cero", dijo el, senador Eduardo Suplicy, del Partido de los Trabajadores. El brigadier Iván Flota, coordinador de los primeros estudios, desveló que el presupuesto inicial había sufrido un aumento ' del 50% lastrado por la influencia de empresas privadas. Otros analistas agregan al cálculo una partida sujeta a las correspondientes pesquisas: sobornos a militares, funcionarios o autoridades diversas mediante los viajes vip (very important persons) a Estados Unidos, regalos en oro o cuentas bancarias. Todos los imputados niegan ilegalidades en su comportamiento mientras la policía asegura haber interceptado el teléfono a Gomes al recibir información sobre supuestas vinculaciones con el narcotráfico. Este dice que hablaba con Assumpçao en broma, y Raytheon se lava las manos y la cara, más ancha que larga, al amagar con un expediente a su delegado porque está prohibido el tráfico de influencias".

Al físico Rogerio Cezar de Cerqueira, profesor universitario, le preocupa la masiva entrada de tecnología extranjera en un proyecto de importancia estratégica. "La empresa que monta los radares sabrá descodificar las informaciones suministradas por éstos", alertó. "Nuestros científicos son capaces de desarrollar un sistema de vigilancia. Además, incluir entre sus funciones la defensa del medio ambiente no es más que un pretexto. Lo han hecho porque está de moda".

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