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REVUELTA SOCIAL EN FRANCIA

La movilización evoca al Frente Popular de 1936

Enric González

Arrecia la tormenta social francesa y aumenta la incertidumbre. Las manifestaciones de ayer superaron largamente las del martes y reflejaron la virulencia del conflicto en las capitales de provincia, especialmente en el sur y el oeste del país. En ciudades como Ruán, Tours y Le Mans no se habían visto manifestaciones tan numerosas desde el frentepopulismo de 1936. En total, según cálculos policiales, unas 900.000 personas salieron a la calle para exigier la retirada de los planes de reforma de la Seguridad Social. El Gobierno se vio obligado a desmentir rumores sobre una inminente dimisión de Alain Juppé.

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El movimiento de huelgas registró ayer una importante extensión, al incorporarse la mayoría de los maestros de primaria y secundaria y más de dos millones de funcionarios, con especial incidencia en los ministerios de Educación, Finanzas y Trabajo. Los controladores aéreos, auxiliares de Air France y personal de los aeropuertos dejaron de trabajar, forzando la cancelación de numerosos vuelos, y en las pistas de Orly hubo choques entre unos 1.500 huelguistas y fuerzas antidisturbios. [La movilización tuvo su repercusión en España. Iberia logró fletar dos vuelos en los que introdujo a los pasajeros de cuatro de los previstos a París y Renfe suspendió de forma indefinida la venta de billetes para convoyes que circulen hacia París o deban atravesar territorio francés. Ayer, ni un solo tren cruzó la frontera]. La huelga se mantuvo circunscrita, salvo muy raras excepciones, al sector público, sin que se redujera la aparente simpatía hacia la protesta por parte de los asalariados del sector privado. Millones de personas volvieron a acudir al trabajo en azarosas condiciones, bajo un frío glacial. Un ejemplo: los Ledu, marido y, mujer empleados de banca y residentes en los suburbios; de París, recorren diariamente en bicicleta 30 kilómetros de ida, y 30 de vuelta para no faltar a la oficina y siguen expresando su "comprensión" hacia la huelga salvaje de los transportes públicos.

La manifestación de París fue menos numerosa que la del martes, con poco más de 20.000 asistentes. Pero las provincias tomaron el relevo: más de 65.000 personas en Marsella, 60.000 en Toulouse, 40.000 en Rennes, 40.000 en Grenoble, Burdeos y Le Mans, 25.000 en Niza y Nantes. En algunas ciudades no se recordaban marchas tan nutridas, en otras había que remontarse a 1936 y al ascenso al poder del Frente Popular. La evaluación sindical de 1,3 millones de manifestantes fue rebajada hasta un tope de 900.000 por la policía.

El ambiente en las manifestaciones fue más crispado que en jornadas anteriores y hubo enfrentamientos entre grupos de alborotadores y la policía. Por la mañana, el diputado liberal Pierre Lang fue secuestrado durante unas horas por mineros en huelga en su alcaldía de Freyming-Merlebach (noreste) y retenido en el fondo de un pozo. El incidente concluyó con una batalla campal entre mineros y antidisturbios.

El aumento de la tensión social alimentó nuevas dudas sobre la continuidad de Alain Juppé como primer ministro. Juppé no acudió con el presidente Jacques Chirac a la cumbre franco-alemana de Baden-Baden (curiosamente, el entonces presidente Charles de Gaulle también viajó a Baden-Baden en el momento crucial del movimiento de mayo de 1968) y reunió un minigabinete de crisis en Matignon. Durante toda la mañana circularon en medios bursátiles rumores sobre su inminente dimisión y el Gobierno se vio obligado a desmentirlos oficialmente.

La ex ministra socialista Martine Aubry afirmó, en un artículo publicado por Le Monde, que Juppé se había convertido en un obstáculo para la resolución de la crisis social, mientras numerosos diputados conservadores seguían el ejemplo de Édouard Balladur, Philippe Séguin y Charles Pasqua y tomaban distancias respecto a su presunto líder.

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