Ría antes de llorar
Es una historieta como de grand guignol: el pobre locoide ilusionado por el poder criminal que ha visto en el cine de terror. El equívoco entre simulación y realidad le conduce a una situación grave con la policía, que le supone un verdadero asesino; su novia, menor de edad mental, colabora de una manera confusa -el personaje no está explicado-, y, finalmente, un policía dispara y le mata. Historia verdadera: su protagonista fue Werner Bloy, "al que la policía, que no entendía chiste alguno, mató a tiros". Con esto pretende un carácter de política social: policía contra marginado, contra víctima de la televisión y del miedo a la calle, donde ocurre la tragedia del mundo actual.No sé cómo la escribió el ale mán Helmut Krausser en 1992: sé cómo la adapta remedando el dialecto de las tribus urbanas de aquí Martínez Luciano, y cómo la interpreta el cantautor Albert Plá: más como comedia, más como fuente de risa y sainete, que como otra cosa. No se inclina tanto la balanza contra los maderos -por seguir el lenguaje- como contra la torpeza del chico y la novia: evidentemente simpáticos y queridos porque "son de los nuestros" -o el público es suyo- y porque el casi monologuista Plá resulta ser un excelente actor cómico, con desparpajo y soltura. Un poco menos su compañera, Marisol Galdón, que sale de la pantalla del televisor para entrar por primera vez -como él- en las tres dimensiones de un teatro. Ese "menos" se debe a un papel de pared, de frontón y, como digo, sin explicar del susto del primer momento al ver al chico con máscara de cuero y descubrir la sierra mecánica en la que se han ido sus ahorros, pasa a la colaboración y a la torpeza sin demasiado tránsito. Todo esto sucede no sé si porque también es la primera vez que el autor alemán se dedica al teatro o por las formas de las adaptaciones e interpretaciones. Naturalmente, no hay ocasión de entrar, por lo que se ve y se oye, en la filosofía del individuo alienado por, la sociedad en que vive, influido por la televisión "mala" o buscador de poder en el excesivo símbolo fálico de la sierra mecánica manual. Creo que el público se limita a ver lo que se ve, y es una situación cómica, que termina con un relámpago trágico de muerte violenta casi como un recurso de caída de telón. Todo dura poco más de una hora y en ella hay carcajadas muy sonoras y reiteradas. No sólo ellos, los retratados e implicados, lo pasan bien, sino que una persona mayor no se aburre; no es mal asunto, que hay que agradecer también al director Pepe Miravete.
Caracuero
Caracuero, de Helmut Krausser.Intérpretes: Albert Plá, Marisol Galdón y la voz de Oriol Tramvia. Dirección: Pepe Miravete. Compañía de Repertorio Contemporáneo (CRC). Teatro Alfil, 30 de noviembre de 1995.
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