No soy un desalmado
Yo descorché alguna botella de champaña la noche que murió Franco y no por ello tengo la más mínima intención de sentir que soy o pude ser un desalmado. Tuve la suerte o la desgracia de vivir la juventud muy comprometido con lo que me rodeaba, todo lo que un joven de 18 años podía comprometerse. Leer libros prohibidos, correr delante de la policía en manifestaciones en las que te jugabas mucho, asistir a reuniones clandestinas de grupos más o menos organizados, y, sobre todo, sentir el peso de la dictadura día a día sobre todo y sobre todos.Por ello quiero manifestarme en desacuerdo con la utilización que, a mi juicio, hace Antonio Muñoz Molina en su colaboración semanal de los miércoles bajo el título Morir de risa, en alusión a la risa que provoca en un tal Ibrahin Ghosheh, portavoz de la organización integrista palestina Hamas, la trágica muerte de Isaac Rabin, del hecho de celebrar el fin de la dictadura franquista, o al menos del dictador.
Él dice que sintió "alivio, algo de esperanza, tal vez una atemorizada extrañeza, pero, desde luego, nada de alegría... ". Estoy seguro de que el gran escritor no tiene intención de meternos en el mismo saco a quienes de alguna manera celebramos aquel día y a los que hoy muestran su júbilo por tan despreciable asesinato, y por eso quiero salir en defensa de la actitud de los que, como yo brindamos por un futuro mejor y en libertad -con todos los matices que se quiera-, pero con mucha alegría. Alegría no por la muerte en si, sino por todo lo que significaba.
Permítame, señor Muñoz, rogarle que su genial pluma no nos divida con tanta ligereza. Es posible no alegrarse de la desgracia de alguien y sentir alegría por su natural desaparición. ¿Le puede usted recriminar la alegría por la muerte de Franco a los familiares y amigos de los condenados a muerte por el dictador?, por citar una den sus últimas medidas ¿Se imagina, por ejemplo, usted que ha estado recientemente en Chile, no alegrarse de la muerte de Pinochet a quienes tanto han sufrido, bajo su dictadura? Es como si no hubiéramos celebrado, en caso de haber fracasado el golpe militar, la victoria de Allende y su salida triunfal del Palacio de la Moneda.-
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