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Clinton 'echa el cierre' a su Administración tras chocar con el Congreso por el presupuesto

Antonio Caño

En la Casa Blanca, 340 de los 430 asesores y colaboradores del presidente BiIl Clinton no trabajaron ayer. Tampoco lo hicieron 63 de los 70 conserjes y porteros de la sede presidencial, afectados, como otros 800.000 empleados públicos, por el cierre de los servicios estatales no esenciales debido a la falta de presupuesto. Pero el propio Clinton sí trabajó intensamente en reuniones con los líderes republicanos del Congreso para intentar que ese cierre no se prolongue en los próximos días y llegue a provocar una crisis de serias consecuencias económicas y políticas en Estados Unidos.

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La negociación es difícil, porque las dos partes intentan mantener firmemente sus posiciones con propósitos electoralistas. Pero por ahora la opinión pública culpa más a los republicanos que a Clinton de la situación y el presidente remachó la idea. "Desgraciadamente, los líderes republicanos de Washington han antepuesto la ideología al sentido común y a los intereses generales con las pretensiones de su plan presupuestario", declaró Clinton.Según una encuesta del diario The Washington Post y la cadena de televisión ABC, el 46% de los norteamericanos atribuye a la mayoría republicana del Congreso la responsabilidad por el cierre de algunas oficinas y servicios públicos, mientras que un 27% culpa a Clinton y un 20%, a ambos. Otro sondeo, hecho por Times Mirror, muestra un 35% de la población en contra de la actitud del Legislativo y sólo un 7% en contra de la postura del presidente.

Estas cifras pueden variar si el cierre se mantiene a lo largo del día de hoy o más tiempo todavía. Desde 1981, el Gobierno ha tenido que cerrar sus puertas por falta de presupuesto en cuatro ocasiones, pero nunca ha ocurrido que el cierre dure más de un día laborable. La última vez que se produjo una situación así, en octubre de 1990, la clausura de actividades estatales se prolongó por tres días, pero dos de ellos eran festivos.

El cierre fue ordenado ayer por la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca después de que el presidente vetara en la noche del lunes la ley que extendía el plazo de cantidades extraordinarias asignadas por el Congreso para las operaciones del Gobierno. El presidente vetó esa ley porque contiene una cláusula sobre la atención sanitaria a los pensionistas a la que él se opone.

La negociación sobre esta ley está reducida, en realidad, a unos pocos dólares. La propuesta republicana es la de aumentar ligeramente las cantidades que los jubilados pagan por la atención médica que reciben del Estado. El presidente se niega a que el dinero que le entregan para las operaciones del Gobierno esté condicionada a una disposición de ese tipo.

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Pago de la deuda

Bill Clinton vetó el lunes otra ley que deja al Gobierno sin la posibilidad de pedir nuevos créditos para el pago de la deuda pública. La negociación de esa ley puede llevar más tiempo porque ésta contiene condiciones todavía más difíciles de aceptar por la Casa Blanca.El trasfondo de toda la polémica es el debate sobre el presupuesto y sobre las posiciones que cada parte defiende ante la próxima campaña electoral. Los republicanos desean un presupuesto con recortes draconianos que elimine por completo el déficit público en el plazo de siete años. Clinton dice querer también eliminar el déficit, pero en un plazo mayor y sin sacrificios tan grandes de los programás sociales.

Así, Clinton ha conseguido retratar a los líderes republicanos como un grupo de radicales que defienden a los ricos, mientras que él mismo intenta presentarse como un defensor de las clases medias y de los pobres. Por el momento, el esquema ha funcionado y la popularidad del presidente alcanza cotas desconocidas en los tres primeros años de su gestión. Se trata, en todo caso, de una apuesta arriesgada. Como decía ayer un editorial del diario The Washington Post, Ios votantes pueden acabar interpretando que esto no es una demostración de principios sino de incompetencia".

Toda la actuación política y economica conducida por la Administración puede terminar resistiéndose por esta crisis. Los mercados financieros están reaccionando por ahora con serenidad, pero los expertos temen que la fe de los inversores se debilite en algún momento. En el orden político, Clinton ha tenido ya que reducir al mínimo un viaje a Japón en el que tiene objetivos tan importantes como su asistencia a la cumbre de la APEC, una entrevista bilateral con el presidente de China y una visita de Estado a Tokio, donde los problemas bilaterales son mayores que nunca. Asimismo, los congresistas republicanos han amenazado en los pasillos con vengarse de Clinton impidiéndole el envío de soldados a Bosnia cuando sea necesario que Estados Unidos participe en una fuerza de paz en esa región.

Tanto Bill Clinton como los líderes del Congreso se reprocharon ayer mutuamente por el cierre del Gobierno. "Esto podría estar resuelto esta misma mañana si el presidente dice que está dispuesto a acabar con el déficit en siete años", declaró el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich.

Gingrich aseguró que, a cambio de eso, retirarían la cláusula sobre incrementos en el precio de la sanidad para los jubilados. Pero Clinton no quiere hacer esa promesa en la forma en que los republicanos desean, y las negociaciones prometían anoche prolongarse por un tiempo.

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