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Julio Caro Baroja salva el silencio de la otra orilla

Los saharauis recuerdan al antropólogo que afirmó su memoria el Círculo de Lectores evoca su vida

Alfonso Armada

El otoño tardío y la lluvia burlona se han convertido en inesperados aliados del recuerdo. Como si el desierto hubiera acercado sus labios ardientes y pedregosos a la orilla de Madrid. Pero no ha sido más que un extraño azar el que ha hecho coincidir la apertura de una exposición de dibujos, libros, documentos y fotografías de Julio Caro Baroja (desde hoy en el Centro Cultural del Círculo de Lectores en Madrid) con el 200 aniversario de la marcha verde (que en noviembre de 1975 Hassan II puso en marcha para reafirmar la marroquinidad del antiguo Sáhara español, una falacia que don Julio se encargó de poner en su sitio con uno de sus más celebrados libros, los Estudios saharianos). Julio Caro Baroja entregó el último aliento el pasado 18 de agosto, pero dejó tanta memoria esparcida que olvidarlo es imposible. El último congreso del Frente Popular de Liberación de Saguia el Harnra y Río de Oro (Frente Polisario) recibió como un viento triste, en la inhóspita hamada argelina -donde hace 20 años los saharauis buscaron refugio del imperialismo marroquí- la noticia de la muerte de Caro Baroja y rindió un emocionado homenaje al antropólogo que contribuyó a darle carta de naturaleza al pueblo de la nube. Como establecía en el prólogo a la reedición de sus modélicos Estudios saharianos, "la concepción del Espacio y del Tiempo del hombre sahariano es propia del ámbito peculiarísimo en que se desarrolla su existencia. Esto parece que lo han ignorado de modo absoluto los que han querido anexionarlo a un pueblo sedentario. El hijo de la nube mira al Cielo, no a la Tierra".Con su libro, ya un clásico de la antropoloigía española, Caro Baroja venía a desmontar buena parte de las tesis de Rabat, que luego justificaría la ocupación del antiguo Sáhara español en una supuesta continuidad geográfica, cultural e histórica entre Marruecos y el Sáhara. Una tesis que ya se encargó de rebatir el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, cuando estableció que no existían vínculos entre Marruecos y el Sáhara.

Caro Baroja viajó a la antigua colonia española de Río de Oro en noviembre de 1952 y allí permaneció hasta febrero de 1953 merced a una invitación del entonces director general de Marruecos y Colonias, José Díaz de Villegas, para "llevar a efecto, unos estudios preliminares de carácter etnográfico en el Sáhara Español". Dos años después publicaría sus Estudios saharianos.

Abidin Kaid Salah estaba a punto de nacer cuando Caro Baroja viajó al Sáhara con sus trastos de dibujo y una curiosidad tan insaciable como minuciosa, que le acompañaría como una segunda naturaleza hasta el fin de sus días. Nacido en Guelta Zemur hace 41 años, Abidin Kaid Salah, "el primer cameraman, el primer reportero de prensa y el primer documentalista saharaui", como le gusta calificarse a sí mismo, recuerda lo que los viejos decían de don Julio: "Era una persona amiga de todos. Lograba que la gente le abriera su memoria. Mi padre, el único saharaui que llegó a ser oficial del Ejército español", cuenta Abidin en un campo de refugiados cerca de la argelina Tinduf, donde malviven desde hace 20 años casi 250.000 saharauis, "decía que don Julio era un hombre extraordinariamente curioso, que cuando se le hablaba de algo exigía verlo con sus propios ojos". No es extraño que Abidin asegure que su generación considera a Caro Baroja "no sólo como patrimonio de España y de los españoles, sino de los propios saharauis".

Un patrimonio y una memoria que el Círculo de Lectores reavivó con la reedición de su soberbio Los Baroja, en 1987. La "fecunda relación con el antropólogo", como señala Lola Ferreira desde el propio Círculo, "continúa con la edición de sus obras completas, ahora en curso, y con la exposición de sus dibujos y fotografías en su casa de Vera y en Madrid realizadas por el fotógrafo alemán Eberhard Hirsch, que hoy inauguramos". Retazos de la vida fecunda de Julio Caro Baroja, que con sus libros sigue hablando desde la orilla silenciosa.

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