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El Gobierno israelí sostiene que un grupo armado judío preparó el asesinato de Rabin

Tel Aviv El Gobierno israelí parece convencido de que Yigal Amir, el asesino de Isaac Rabin, no actuó sólo "con ayuda de Dios", como confesó en su primera declaración ante los jueces. "Creemos que existe una conjura organizada por un grupo de personas que contaba con la infraestructura [para el magnicidio] y preparó sus pasos cuidadosamente", aseguró ayer el ministro de la Policía, Moshe Shahal. En un registro efectuado en la casa de Amir, la policía encontró un arsenal de explosivos oculto "que sería el orgullo de cualquier grupo terrorista", según los agentes.

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Granadas, explosivos, mechas, detonadores. Cinco detenidos implicados en la muerte del primer ministro. "Pensamos que hubo una conexión entre varias personas que planearon el asesinato", afirmó Shahal. Sin embargo, los servicios secretos israelíes desmintieron la existencia de una trama ultraderechista detrás de Yigal Amir, quien según el Shin Bet actuó en solitario. Las discrepancias entre el Gobierno y los servicios secre tos subieron de tono cuando un portavoz del Shin Bet (servicios secretos) calificó de "conjeturas" las declaraciones del ministro de la Policía. Además de Hagai Amir, hermano del autor de los disparos y que reconoció haber preparado las balas rompedoras que desgarraron a Rabin, han sido detenidos Avishai Raviv, líder de la clandestina Organización de Combatientes Judíos (Eyal) y los estudiantes Dror Adani, de 26 años, y Ohad Skornik, de 23.

El juez ordenó ayer el ingreso en prisión de Adani y Skornik mientras la policía formula la acusación contra ellos. Ambos rechazaron los cargos y se declararon inocentes. Sin embargo, la policía sostiene que Adani ayudó directamente a Yigal Amir, con quien asistía a un seminario religioso, en la preparación del magnicidio. Skornik, estudiante de Derecho como Amir, está acusado de conocer los planes de sus dos compañeros de universidad.

Los sospechosos detenidos son judíos ultrarreligiosos que habían hecho pública su oposición visceral al proceso de paz en Oriente Próximo emprendido por Isaac Rabin y frecuentaban la Universidad hebrea de Bar Ilan. Uno de estos extremistas amenazó ayer desde televisión con nuevos atentados a dirigentes políticos.

"Sin la infraestructura que le facilitaron otras personas habría sido imposible que [Yigal Amir] asesinase al primer ministro", advirtió el ministro de la Policía israelí. Los investigadores informaron ayer a los jueces que el arsenal hallado en la casa de la familia de Amir, en un suburbio de Tel Aviv, ocultaba una cantidad de armas y explosivos "sin precedentes".

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Mientras tanto, Geula Amir, la madre del autor del magnicidio, se dirigía ayer entre lágrimas a Lea Rabin, viuda del primer ministro, para repudiar a su hijo a través de la televisión israelí. "No sé qué decirle, Lea, tan sólo que escuche mis palabras: mi corazón está llorando, seguirá así durante muchos años y me acompañará hasta la tumba", sollozaba Geula Amir, maestra de guardería. "¿Cómo ha podido ocurrir todo esto? Sólo Dios lo sabe", sentenció la madre del asesino antes de mostrar su sorpresa por el hallazgo del arsenal de explosivos que estaba escondido en el desván de su vivienda.

La comunidad religiosa israelí ya ha empezado a dar muestras de su malestar, ya que todos los sospechosos van tocados con la kipa (bonete) y dicen actuar en nombre de la Thora (textos sagrados judíos).

En un cónclave que ha reunido en Jerusalén a los principales líderes espirituales y políticos de los partidos religiosos judíos se ha entonado el mea culpa "por no haber tenido el valor de expulsar a quienes gritaban '¡Rabin traidor!' y '¡Rabin asesino!' [dentro de las filas sionistas]", como lamentó Zebulon Hammer, diputado del partido Mafdal, aliado del Likud.

También los miembros del Likud, incluido su líder, recibieron ayer amenazas por parte de extremistas, en este caso de izquierdas. Varias sedes del partido conservador fueron ayer apedreadas.

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