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Holanda, Alemania y Bélgica paralizan el acuerdo UE-Marruecos por 3.200 millones

Holanda, flanqueada por Alemania y Bélgica, paralizaron ayer el acuerdo de asociación de la Unión Europea (UE) con Marruecos. Se negaron a asumir unas concesiones agrícolas, en forma de mayores contingentes de tomate y flor cortada para las exportaciones de Marruecos, que suponen tan sólo un impacto de 3.200 millones de pesetas. Esta negativa supone también aplazar el acuerdo de pesca. Ante el bloqueo del Consejo de Asuntos Exteriores, el presidente, Javier Solana, decidió "parar el reloj" y continuar la sesión los próximos días 10 y 11 de noviembre. Con esa decisión enviaba un mensaje a Rabat de la voluntad de pacto de la presidencia española.

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La presidencia y la Comisión demostraron de entrada la inconsistencia de los argumentos económicos de los rebeldes, Holanda, Bélgica y Alemania. Dijeron que los sacrificios en el sector agrícola que el compromiso con Marruecos exige de la UE son muy modestos, si se comparan con las concesiones de la otra parte: la total apertura en los mercados industrial y de servicios de Marruecos que tanto favorecerá a los exportadores europeos de productos acabados. Y recordaron que Rabat hace también concesiones agrícolas, dando entrada a cereales, leche y otras productos de la Europa del Norte. Aún más, las concesiones que los tres rebeldes discuten -la entrada de 15.000 toneladas adicionales de tomate y 2.500 de flor cortada- tienen un impacto económico inocuo. "Lo que está en juego [en estos dos productos] no llega a 20 millones de ecus", unos 3.200 millones de pesetas, cuantificó Solana. Las exportaciones de la UE a Marruecos fueron en 1994 de 4,32.000 millones de pesetas. Más crispado, el ministro francés, Michel Barnier, decía que se "acordará" de quienes predican el librecambio con otros países siempre que estén "muy alejados" y se niegan a pequeñas liberalizaciones con países "muy cercanos, con quienes todos tenemos muchas relaciones".

Dos de las delegaciones rebeldes, Bélgica y Alemania, fueron algo sensibles a estos argumentos, en intensas reuniones bilaterales con la presidencia y la Comisión. Pero el ministro belga, Erik Derycke, alegó que no tenía margen de maniobra porque su Gobierno había emitido un comunicado en contra. Los hombres del alemán Klaus Kinkel querían un pequeño triunfo que vender a su opinión: un escalonamiento en la entrada de flor cortada marroquí. Su objeción de fondo era el agravio comparativo, es decir, que las importaciones perjudiciales para el Norte de Europa aumentan su contingente entre el 200% y el 300%, mientras que el incremento de los que perjudican al Sur (cítricos, hortalizas) no llegan al 20%.

Quien se puso numantino fue el equipo del holandés Hans Van Mierlo. "Si España tiene un problema con la pesca, resuélvase ese problema dentro del acuerdo de pesca y no haciéndonoslo pagar a los demás", decían miembros de su delegación, negándose en banda a la entrada de 2.500 toneladas adicionales de flor cortada marroquí. Para a continuación atribuir las culpas, no a la presidencia, sino a la Comisión: "Nos ha presentado el acuerdo como un ultimátum, o lo toma o lo deja, cuando se ha desviado del mandato de negociación que se le dio en 1993 en un 300%". Holanda quería además una cláusula que obligue a Rabat a asegurar la acogida de sus emigrantes ilegales.

Asi, por unas razones o por otras, la negativa económica se envolvía en aparentes problemas políticos: que si discriminaciones hacia los países del Norte, que si la Comisión había estirado más el brazo que la manga; que si los emigrantes.

Margen de maniobra

"Es cierto que nos hemos desviado, pero siempre ocurre en todos los acuerdos, de lo contrario no habría margen de maniobra para alcanzarlos", replicaba a los rebeldes la Comisión, en esta ocasión representada por Manuel Marín. "Pero en el caso de Marruecos nos hemos distanciado menos del mandato que con Israel o Túnez". Para Israel, a quien al final se le concedieron 19.500 toneladas de flores cortadas y 5.000 de flores exóticas, el mandato que la Comisión recibió de los Quince era reducir un 10% el contingente. Con Túnez se sobrepasó el mandato "en infinito", pues excluía toda concesión en flor cortada y se les dio 750 toneladas. En cuanto a lo del "ultimátum", respondían que no era eso, sino que se trataba de un paquete lleno de sutiles equilibrios, y que modificarlo supondría poner a los negociadores de Marruecos -los más europeístas de su país- contra las cuerdas.

"Algunos países dan muestra de miopía, se olvidan de que Hassán II está hospitalizado y que la Conferencia Euromediterránea de Barcelona está a la vuelta de la esquina", apostillaban representantes españoles.

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