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Seat: 16 meses de calvario y un interrogante de VW

Xavier Vidal-Folch

La aprobación de los 46.000 millones de ayudas a Seat es inminente. Van Miert aseguró el miércoles que lograría la luz verde del colegio de comisarios. A condición de que el Gobierno aporte una certificación acreditando que Seat reducirá su producción en un 30%. Para ello, la matriz Volkswagen deberá también certificar ese compromiso ante el Gobierno español.Hasta ahora, el expediente ha constituido un largo calvario de 16 meses, jalonado por un cruce de 16 cartas entre Madrid y Bruselas, que rezumaban tensión, desconfianza e incluso insultos detrás de las cortinas. El pulso empezó en abril de 1994 cuando Bruselas pidió información al Gobierno. sobre las ayudas.

La lectura de las cartas cruzadas evidencia la numantina resistencia española a informar de ellas a la Comisión. La opacidad de Seat-VW-Gobierno se prolongó doce meses, hasta el 8 de mayo en que los técnicos comunitarios obtuvieron acceso a "los documentos detallando los acuerdos alcanzados con VW y Seat y los contratos de préstamo entre el ICO y el ICF, respectivamente, y VW". Y, así y todo sólo se los dejaron "leer in situ".

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Éstos acreditaban una inyección de 46.000 millones (38.638 del Instituto de Crédito Oficial, ICO, y 6.000 del Institut Catalá de Finaces, ICF) en forma de préstamos como avance de ayudas" a 30 proyectos disgregados de investigación y desarrollo y mediambientales (los de cuantía inferior a 12 millones de ecus, 182 millones de pesetas, no deben ser notificados a la Comisión). Era un disfraz de una verdadera ayuda compacta al plan de reconversión de la empresa 1993-1997, al que pronto se le vio el plumero. Un disfraz inútil.

De modo que al final, el 27 de junio, se confesó la verdad, "renotificando" las ayudas. España reconoció que no eran apoyos dispersos a proyecto de I+D, sino ayudas a la reconversión. Ya encajaban en los tres requisitos para ser autorizadas (y además, ningún competidor las impugnó). Uno, que el plan restablezca "la viabilidad a largo plazo de la empresa": lo garantiza la inversion de 578.700 millones. Dos, que la ayuda se limite a "lo estrictamente necesaio": se cumple, pues sólo supone el 7,9% del coste del plan. Y tres, que evite "cualquier efec-to adverso potencial sobre los competidores", a través de una reducción sustancial de la capacidad productiva.

Ahí saltó la polémica. El plan escrito certificaba una reducción del 50%. Pero informaciones de VW insinuaban que sólo sería del 20%. Al final se aseguró que sería del 30%: de 780.000 unidades/año en 1993 a sólo 234.000 en 1997. Ahora debe certificarse por escrito. Y disiparse así la única nube que persiste: ¿qué pretendió VW vehiculando informaciones que atentaban contra el propio plan y su aprobación?. ¿Una negativa alas ayudas, vendible cómo coartada para hacer mutis de España y concentrarse en Alemania del Este?.

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