Pasado y presente de un pueblo
Aunque los designios de la Academia Sueca son, por naturaleza, como se sabe, inescrutables, todo parece indicar que la concesión del Premio Nobel a Seamus Heaney se ha debido a la voluntad de los académicos de cifrar en su obra la política de pacificación y reunificación de Irlanda emprendida por los actuales gobiernos irlandés y británico. Heaney, irlandés del Ulster, encarna hasta las cachas la causa de la independencia de la isla. Su poesía, culta, elaborada, compleja, es inseparable de la situación política de su país.Toda la segunda parte de Norte, el único de sus libros íntegramente traducido al español (edición bilingüe y versión castellana de Margarita Ardanaz, Hiperión, Madrid 1992) y acaso su obra más representativa está presidida por este tema que Heaney aborda con actitud de militante aun sin abdicar de su condición de poeta. "Mi traicionado pueblo clama desde sus jaulas", escribe en el poema El sueño del legislador más reconocido, donde él mismo se ve primero apuntado por un soldado que "gira la boca de su arma hasta mi oreja", "de pie, con los ojos vendados, con las manos/ detrás de la cabeza", y después encerrado en una celda mientras el oficial británico comenta que es "un honor añadir -un poeta a nuestra. lista". "Ulster era británico, mas sin derecho alguno / a la lírica inglesa", anotará irónicamente Heaney en Escuela de canto, gran poema que narra y canta la represión británica en el Ulster, con especial inflexión en los años sesenta. Una de sus partes se titula Verano de 1969 -el verano de sangre que reveló a Bernardette DevIin-; el autor sitúa estos versos en Madrid, bajo el recuerdo de Lorca y a la sombra en, el Prado de algunos goyas trágicos.
Culto por los muertos
Heaney es un poeta del presente, pero también del pasado de Irlanda, y es ambas cosas de forma indisociable. La naturaleza irlandesa, su mitología, el culto de los muertos, el amor a la tierra, son en él temas recurrentes, obsesivos y definitorios: "Nuestra madre tierra/ es acre por la sangre/ de sus leales,/ que yacen boquiabiertos / en su sagrado corazón", dicen los versos de Estirpe. Esta fusión de pasado y presente es esencial para entender al nuevo premio Nobel, que ha conjugado eficazmente la tradición romántica -la preocupación por el pasado céltico- con la inmediata actualidad. Poeta muy culto, culturalista a veces, Seamus Heaney no es, sin embargo, un poeta demasiado audaz formalmente. Y esto explica también de modo satisfactorio su popularidad. Popularidad de un lírico que es por lo demás, seguramente, el mejor que Irlanda ha producido desde Yeats.
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