La dama Luz
El, de natural, desabrido frío de octubre hizo un rebuño cálido en el coso de Las Ventas, quizá por respeto a la dama Luz en su dignidad de mujer del espectáculo que ha ido sembrando en un campo tradicionalmente masculino, el del rock, hasta hacer florecer esa Flor prometida que presta su nombre al último disco de la cantante, que bien pudiera simbolizar de modo hermoso el espacio que esta gallega se ha ido haciendo con el tiempo y paciencia sabia.Como se nota en la producción cuando un artista sube, la puesta en escena de la cantante hizo gala de efectos y cohetes. Tampoco eran necesarios, a tenor de los cuatro pedazo de músicos que la arropaban. Mención especial para el melenudo Pablo Salinas, que extrajo de los módulos de sus teclados toda suerte de ambientes sonoros.
Luz
Luz (VOZ), Dino di Geraldo (batería), Chucho Merchán (bajo), Tony Carmona (guitarra) y Pablo Salinas (teclado y guitarra). Plaza de Las Ventas. Precio: 1.800 pesetas. Madrid, 5 de octubre.
Luz se encontró con su público, poderosamente fiel, haciendo gala de esa sencillez especial que va convirtiéndose ya en marca de la casa. Poco a poco fue pasando una a una las páginas musicales de su último disco, impregnado de la elegancia necesaria para proyectar aún más la figura de su intérprete. Alejándose cada vez más de la concepción de rock tradicional, Luz ha ido avanzando en el terreno de baladas de carácter inolvidable, algunas inmortalizadas por el cine Y todas contando casi siempre la historia de un- amor imposible.
No me importa nada, Capítulo acabado, Te dejé marchar, un prodigio de poesía y música firmado por Vainica Doble y que lleva el título de Lo eres todo y, cómo no, las piezas almodovarianas y hasta un guiño a la intrascendencia, con Rufino, y a su pasado rockero, con una recreación de El tren.
Luz hace música para todos los públicos. Al menos para todo aquél que goce con unas melodías sencillas, una voz característica y un estilo ya reconocible tanto en nuestro país, como a través de la red Internet, en todos aquellos puntos del globo donde residan sus, admiradores.
Babelia
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