Divergencias en la Unión Europea sobre la liberalización comercial con EE UU
La presidencia española de la Unión Europea (UE) intenta superar las divergencias entre los Quince sobre el grado de liberalización que deben alcanzar sus relaciones comerciales con EE UU, según fuentes diplomáticas. Para buscar un consenso llega hoy a Madrid el comisario encargado de Comercio exterior, el británico Leon Brittan, que se reunirá con el ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana.
El 2 y el 3 de diciembre, el jefe de Estado norteamericano, Bill Clinton, viajará a Madrid para firmar con los presidentes del Gobierno español, Felipe González y de la Comisión Europea, Jacques Santer, una nueva Declaración Transatlántica. El documento ahondará en las relaciones entre Washington y la UE, pero no llegará a establecer, ni siquiera a largo plazo, una zona de libre comercio corno preconizó en junio en Madrid el secretario de Estado norteamericano Christopher Warren.
Varios miembros encabezados por Francia -secundada por Italia, Grecia, Portugal y otros- son reacios a ese objetivo, pero los partidarios del librecambismo, con Reino Unido, Alemania y Holanda, al frente, no se dieron por vencidos y contraatacan con ayuda de Brittan.
En el último Consejo de Ministros de la UE, el lunes, insistieron en que por lo menos se acuerde con EE UU elaborar un estudio sobre las implicaciones de una zona de libre comercio transatlántica. y la posibilidad de acelerar el desarme arancelario previsto en la Ronda Uruguay del GATT.
Para lograr el consenso, estos puntos habían sido retirados por la presidencia española del documento que recoge la postura de la UE sobre el contenido de la Declaración Transatlántica. "Los Estados más proteccionistas los rechazaban", señala un diplomático español, "porque veían una forma suave de ir hacia el libre comercio".
Mediación española
Para aunar posiciones entre los socios de la UE, la presidencia española desarrolla una mediación que debería estar concluida cuando el 27 de octubre, se celebre en Madrid la última reunión del llamado grupo de alto nivel en el que europeos y norteamericanos ponen a punto la Declaración Transatlántica.Tras preconizar el libre comercio con los Quince, EE UU ha matizado su posición. Su prudencia se explica porque no quieren embarcarse en una iniciativa comercial atrevida en vísperas de un año (1996) en el que se celebrarán elecciones presidenciales", dicen fuentes comunitarias.
A pesar del litigio sobre el libre comercio, la redacción del documento que regulará las relaciones entre Washington y los Quince avanza. Ambas delegaciones han logrado ya en septiembre un acuerdo -que quedará recogido en la declaración- en el que fijan prioridades y anuncian su intención de coordinarse para distribuir la ayuda humanitaria al Tercer Mundo.
A través de su agencia para la ayuda humanitaria (ECHO) y de sus Estados miembros, la UE dedica a ese capítulo 339.000 millones de pesetas al año, frente a 163.000 millones de EE UU. La ayuda norteamericana tiene, sin embargo, más impacto en los países receptores al proceder de la superpotencia mientras que la de la UE no tiene un origen claro ante las opiniones públicas. Al asociarse en plano de igualdad con EE.UU, los europeos confían en obtener mayor rentabilidad a su esfuerzo.
La Agencia Internacional de Desarrollo norteamericana espera que el Congreso de EE UU tome nota de la generosidad europea y renuncie al recorte previsto del 35% en 1996. Pone como ejemplo que los fondos de ECHO aumentaron el año pasado en un 26%, hasta 122.250 millones de pesetas.
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