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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El optimismo puesto al día

Leibnitz, el pobre, creía y quería hacer creer que Dios tenía previstos todos los mundos posibles,y, de entre ellos, elegía, el mejor. Como se hace ahora con los escenarios, por ordenador, de las decisiones militares o políticas, o industriales. Sólo que esta forma es más fiable, aunque no definitiva. Ante esta idea, Voltaire moría de risa.Cándido o el optimismo, cuento filosófico, fue una de esas respuestas. Ha conocido varías versiones teatrales (recientemente, una musical) -y el actor y escritor Joaquín Hinojosa hace ahora una española. Habrá que esperar su lectura en libro para conocer toda su alcance.

Las compañías Moma Teatre y Talleret de Salt, que tienen buenas trayectorias pro pias, se unen ahora para representarla, y lo hacen muy bien.

Cándido o el optimismo

De Voltaire; traducción y adaptación de Joaquín Hinojosa. Intérpretes: Juli Cantó, Cristina Cerviá, Ferran Madico, Carles Martínez, Xicu Masó, Montse Mitjans, Carme Parés. Vestuario, Juliá Colomer; espacio escénico, Jaume Policarpo y Carles Alfaro. Dirección, Carles Alfaro. Compañías Moma Teatre y Talleret de Salt. Teatro de la Comedia. Madrid.

En todos los sentidos: un decorado sencillo, de siluetas y dibujos simples y graciosos; unos intérpretes que dan los sentimientos primarios de los personajes con gran calidad -excepto uno, todos son arquetipos-, y una narración de la vida itinerante del optimista discípulo del doctor Pangloss que mantiene todo el interés.

Probablemente todo el mundo se sabe cuál es la cuestión esencial de esta obra: la descripción de un viaje por un mundo lleno de atrocidades mientras se exclama que vivimos en el mejor de los mundos, posibles. Con el contrapunto de un personaje que, por el contrario, cree que el mundo, o la vida, es un mero horror. Muchas veces le fue reprochada a Voltaire esta, actitud, y los que tengan una mediana edad recordarán que el escritor francés estaba aquí identificado con el demonio, y se le sospechaban pezuñas y rabo. Pensadores más moderados de su propia época, díjeron siempre qye no era un verdadero filósofo, sino un escritor: un dramaturgo, o poeta. Los qué venimos a creer que la filosofía es una rama de la literatura, y quizá no la más excelsa, no vemos grandes contradicciones en todo esto.

¿Existen hoy las dos actitudes? Probablemente vivimos en un mundo más matizado, algo más confuso, donde la duda y la incertidumbre no son enteramente valores negativos. Por el momento -¿unos años, unos meses?- esta zona. nuestra tiende a ser más positivista o más deísta que hace algo de tiempo, y en ese sentido el Cándido, de Voltaire resulta una obra audaz, valiente y valiosa, muy adaptada a nuestro tiempo. No dudo del esfuerzo de Hinojosa por hacer su lenguaje, y quizá su lenguaje teatral, más preciso para nuestras desgracias; ni del director de escena y dramaturgista Carles Alfaro de reducirlo aún más a lo más asequible.

El resultado es un par de horas amargas de teatro agradable, de pensamiento inteligente y de una buena interpretación que se agradece. Juli Cantó es un narrador que a veces impresiona; puede entreverse en él, si se quiere, a Voltaire o a Dios, al Autor o el escepticismo máximo; Carles Martínez candidiza a Cándido, y Xicú Masó representa muy bien la simplicidad del optimista Pangloss: en realidad, cándidos son todos, incluyendo a la bella Cunegunda, o Conegounda en esta versión, que es Cristina Cerviá; se puede destacar la ligereza de Montse Mitjans, la nobleza bruta de Ferran Madico, el antioptimismo de Víctor Pi (para mí, claro, lo mejor de lo posible: un ensueño de pesimismo y desgracia que tengo desde mi candidez antigua); y, desde luego, a Carme Parés, capaz de colocar un largo monólogo, un relato de puro texto escrito, sin que los espectadores pierdan su interés.

No la perdieron en ningún momento, y en una representación de viernes por la tarde recibieron todo Voltaire por esta mediación con un agrado que manifestaron sin reservas.

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