Los Quince se comprometen a mantener la austeridad después de la moneda única en 1999
Los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea dejaron la retórica y la desconfianza de un lado y lograron dar un formidable impulso de credibilidad al proceso de unión monetaria que ha de culminar con la creación de una moneda única europea. El Ecofin de El Saler ha reafirmado el proceso sobre la base de que no se modificarán ni los criterios ni los calendarios fijados en el Tratado de Maastricht, pero al mismo tiempo los ministros se conjuraron para que la austeridad sea no sólo el único camino posible para llegar a ese objetivo, sino para mantenerse en él. Euro parece imponerse sobre ecu como nombre para la divisa comunitaria, y las cifras reales del ejercicio de 1997 serán las que marquen la barrera.
En un Ecofin informal como el de ayer no se toman, decisiones, pero se llega a consensos y acuerdos de principio de gran calado. Los ministros de Economía y Finanzas de los Quince, los gobernadores de los bancos centrales, el presidente del Instituto Monetario Europeo (IME) y el presidente de la Comisión llegaron a acuerdos de principio que, por primera vez en muchas semanas, devolverá credibilidad al proceso de creación de la moneda única, Al final se respiraba satisfacción. "Acostumbrado a la cautela de las reuniones del IME, lo de hoy me ha parecido un gran avance", aseguró Luis Angel Rojo, Gobernador del Banco de España. "Ha habido un debate franco, abierto y enormemente útü", opinaba Pedro Solbes, anfitrión español.El consenso o el principio de acuerdo se extendió a un gran número de interrogantes. Todos estuvieron de acuerdo en que no se alterará ni la fecha ni las condiciones de Maastricht. El ejercicio de 1997 decidirá, con datos reales, quiénes pueden y quiénes no pueden alcanzar el objetivo, algo bueno para los países que, como España o Francia, tienen problemas para cumplir con Maastricht. La criba de países se decidirá a finales de ese año o principios de 1998. La decisiva tercera fase empezará el 1 de enero de 1999. Los bancos centrales operarán en moneda europea desde ese día, ya con paridades fijas, para dar así una masa crítica suficiente que haga ver a los mercados que una vez puesto en marcha es un proceso sin retorno.
Euro para la moneda común
La austeridad no será sólo condición imprescindible para entrar en la moneda, sino política obligada en los siguientes años para mantener la fortaleza de la nueva divisa europea. El proceso transitorio durará tres años y tendrá la flexibilidad suficiente para que no signifique una merma de rentabilidad para las entidades financieras pequeñas. El cambio de unos billetes por otros a nivel de consumidor será rápido, en seis meses como máximo, cuando acabe esta fase transitoria: entre enero y julio del 2002.Estos principios de acuerdo permiten dar por fin la orientación política que era necesaria para que a partir de ahora el IME ponga en negro sobre blanco las propuestas verbales que ayer planteó su presidente, Alexandre Lamfalussy. El consenso viene a sintetizar las exigencias de la Comisión Europea -Maastricht es intocable- con las del IME y el Bundesbank: el proceso sólo puede arrancar en la fecha prevista si es flexible y si se mantiene el rigor de la convergencia. Quedan aún grandes incógnitas, como el estatuto jurídico que tendrá la moneda única o la relación entre las monedas qi4e entran y las que se quedan fuera.
Otra incógnita, aunque cada vez menor, es el nombre de la moneda única. Pedro Solbes aseguró que el nombre propuesto por Alemania, Euro, sólo se ha tratado en los pasillos. Sin embargo el ministro alemán, Theo Waigel, anunció que presentará esta propuesta ante la próxima cumbre europea de Madrid.
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