Un grupo de jóvenes en busca de una luz propia

Es muy importante el trabajo desplegado por José Antonio al frente de Los Ballets Españoles, y no sólo por su trabajo personal, que ya se reseñó en su día, sino por esta idea de impulsar un verdadero taller coreográfico de creación entre los jóvenes talentos de la danza española.Era necesario hacerlo de esta manera: seria y selectiva, rigurosa y con un pulimento de presentación esmeradísimo. En realidad, es la primera vez que se hace con una calidad que amerita figurar como un programa autónomo, y que muy bien cerró esas Imágenes creadas por el director de la compañía, renovadoras, atentas también a la modernidad del género.

Horizontes de Carlos Rodríguez insiste en explotar lo técnico y lo sentimental a la vez, goza de buena geometría y de una idea argumental arriesgada. Por su parte, Humanidad, el otro estreno absoluto creado por Ángel Rojas, se apoya en la dinámica y la teatralidad, cuenta una historia de enfrentamiento entre el individuo y el grupo con elegancia y emotivo final.

Suspiro del Moro fue vista en el concurso de danza española de este año en el teatro Albéniz, e inexplicablemente, el jurado la despreció. Es un paso a dos brillante y estilizado, con una lectura coreográfica compleja y dando pie a logradas figuras de la pareja.

También en el Teatro Albéniz se vió el pasado mes de abril una primera versión de Infierno S. L., que ahora está más pulida. Es una obra tenebrista que puede recordar en su atmósfera a la novela gótica, y donde se baila lo español ligado al ballet y a ciertos flujos de expresión contemporánea.

Estas coreografías son caminos para que la danza de tradición no se estanque, son luces que impelen al trabajo, y a la continuidad que, por otra parte, señalan ya el innegable talento de este grupo de jóvenes artistas de la danza, capaces no sólo de bailar espléndidamente en los más variados registros, sino de plantearse ir hacia el encuentro de sus propias voces de expresión.