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Las repúblicas de Asia central se responsabilizan de la catástrofe del Aral

El cultivo de algodón secó las fuentes del que fuera cuarto lago mayor del mundo

Los presidentes de las repúblicas del Asia central se hicieron responsables ayer por el desastre ecológico del mar de Aral -que hace 30 años era el cuarto lago más grande del planeta-, y que ha tenido consecuencias desastrosas para el entorno de la zona y para la salud de las personas que viven en sus alrededores.

La Declaración de Nukús -capital de la república autónoma de Karakalpakia, en Uzbekistán, que ha sido sede de la conferencia internacional sobre el Aral, patrocinada por la ONU-, denuncia las secuelas nefastas del cultivo intensivo del algodón, que ha consumido las aguas de los ríos Amú Dariá y Sir Dariá, lo que a su vez ha conducido al secamiento paulatino del Aral.Para dar una idea de las proporciones de la catástrofe ecológica baste decir que el Aral ha perdido las tres cuartas partes de su volumen y la mitad de su superficie. Nukús, que hace 30 años se hallaba a 220 kilómetros al sur de gran lago, hoy se encuentra a 340 kilómetros de éste. Y si en 1957 recibía del Amú. Daría y el Sir Dariá 58,9 kilómetros cúbicos de agua al año, hoy este índice es de sólo 0,9 kilómetros.

El documento de Nukús fue firmado ayer por los presidentes de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev; de Kirguizistán, Askar Akáyev; de Tayikistán, Emomalí Rajmónov, y de Uzbekistán, Islam Karímov. El único líder de los países de Asia central de la ex URSS que no pudo asistir a la firma fue, Saparmurad Niyázov, de Turkinenistán, que recibía en su país al primer ministro indio.

Para financiar los programas de ayuda y desarrollo del entorno del Aral, el Banco Mundial desbloqueará próximamente unos 40.000 millones de pesetas, señaló Islam Karímov. El presidente uzbeko se quejó de que la perestroika de Mijaíl Gorbachov, con su "demagogia", impidió realizar el plan de desviar el curso de los ríos siberianos por, Kazajstán hacia el Aral. En realidad, los ecólogos rusos organizaron en esos años una gran campaña en contra del mencionado plan, que hubiera significado, según ellos, una catástofre mayor:

Karímov acusa a la perestroika sin plantearse que es el intenso cultivo del algodón realizado en Uzbekistán -utilizando los caudales del Arnú Dariá y el Sir Dariá- el que ha privado de sus aguas al Aral. Las consecuencias han sido catastróficas para el lago y para los millones de personas que viven en sus alrededores y en las cuencas de ambos ríos. La mortalidad infantil es la más alta de toda la ex Unión Soviética: 35 por 1.000. El 85% de las mujeres de las zonas costeras del Aral padecen de anemia y el cáncer de garganta, las enfermedades respiratorias, oculares e intestinales están muy difundidos, por los millones de toneladas de polvo tóxico que levantan las tormentas del lecho seco del Aral.

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