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"Un paseo por las nubes" inaugura un festival marcado por la pluralidad de las propuestas

El filme de Alfonso Arau, un blando melodrama con tintes involuntariamente graciosos

El éxito tiene esas cosas. El mencano, Alfonso Arau, que arrasó en la taquilla americana con Como agua para chocolate, pudo elegir a gusto su siguiente proyecto estadounidense, y aquí está: la versión considerablemente edulcorada de Cuatro pasos en las nubes, un melodrama clásico del italiano Alessandro Blasetti, que en esta ocasión resulta un blando drama con tintes involuntariamente graciosos. En el fondo, una nada disimulada defensa de la tradición actualizada, la familia y la propiedad, pero que, por contra, regala al espectador la certeza de que con éste, su primer filme en Estados Unidos, Aitana Sánchez Gijón es una estrella a escala planetaria. A su lado, un soso, envarado Keanu Reeves queda casi a la altura de un primerizo.

San Sebastián 43 comenzó ayer su andadura con este filme de apertura, mientras una programación a priori más abundante y sugerente que en los últimos años prometía desde el primer día suculentos platos para todos los gustos. Todo está en su lugar. Donostia recibió ayer al visitante con de los encapotados y un clima veraniego, mientras en la puerta trasera del hotel María Cristina, la sede glamourosa del festival, se agolpa la eterna legión de adolescentes cazautógrafos que, con tesón digno de mejor causa, intenta acosar desde lejos a los desprevenidos ilustres visitantes, ayer Anthony Quinn, Aitana Sánchez-Gijón o el deseado Keanu Reeves, lo mismo que harán el sábado con Mel Gibson, otro de los grandes esperados. Pero un festival de cine es ante todo sus películas, y la que ayer inauguró el certamen, fuera de concurso -y con carácter de primicia muy endeble: se estrena hoy mismo en Madrid-, lo hizo con más dignidad que, por ejemplo, aquella siniestra La Sombra, que amenizó, es un decir, idéntica ceremonia de apertura el pasado año. Un paseo por las nubes tiene empaque y persistencia, amén de muchos ingredientes de los que gustan al gran público: un tema fuerte, actores conocidos como los tres antes citados, más Giancarlo Giannini, un padre burdo, primariamente autoritario y, en ocasiones, involuntariarnente cómico en sus desproporcionados arranques de ira, uno de los cuales provocará la violenta catarsis final que sirve para poner las cosas en orden.'Cenicienta'

El filme articula una trama idéntica a la de Cenicienta, pero al revés: aquí, la pobre soñadora es él; el príncipe es ella; la madrastra ogro es el padre de la chica, y el hada madrina, el abuelo. Cuenta, en los primeros días de la posguerra mundial, el encuentro entre una chica embarazada y un hombre en crisis, y un favor especial que él le hará a ella: aparentar ser su marido para ocultar el embarazo involuntario de la chica ante su rica, mexicana y reciamente conservadora familia. Allí, entre los parientes de ella, el muchacho aprenderá los valores fundamentales de una familia que él no tiene -lo ha adivinado: es huérfano-, al tiempo que se irá enamorando convulsivamente de la atractiva, báquica, turbadora mexicana. Blasseti no lo contó así, ciertamente, porque no estaba en su intención gratificar al espectador con el happy-end, sino limpiamente hacerlo llorar. Pero Arau, que conoce el secreto de llegar al corazón de otro público, el de masas de ahora mismo, lo lleva a otros terrenos: al de una heroína que, sin renunciar a la familia y lo que ella conlleva, se preste a hacer de maestra en sentimientos de su acartonado padre. Una heroína, pues, políticamente correcta a quien Aitaná Sánchez Gijón dota de un magnetismo poderosamente animal, de una capacidad de seducción insuperable: la secuencia del pisado de la uva tras la vendimia resulta de las más turbadoramente eróticas que este cronista ha visto en muchos años. Zorro viejo, Arau rodea todo de un aura ambiguamente real, por más que quien pretenda ver más agua con chocolate se quede con tres palmos de narices, por que no va de eso la cosa. El empleo de filtros marrones, la fotografía fuertemente esteticista y la búsqueda del mejor partido posible de la sensualidad de su principal actriz se erigen así en las principales bazas de una película que sabe ocultar el profundo sentido conservador de su materia prima tras los brillantes colores de una peripecia como la vida misma".

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