La Unión Europea presiona a Francia para que suspenda sus pruebas nucleares
La oposición a las pruebas nucleares en el Pacífico se hizo ayer más compacta. Francia se quedó políticamente aislada en su defensa de las explosiones, aunque obtuvo un débil consuelo del Reino Unido y Portugal en el Consejo de Ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE). Por vez primera, aunque fuera en un encuentro informal, sin competencias ejecutivas y mediando un lenguaje cortés, un cuerpo, plurinacional se alineó en contra de su política nuclear. Encabezaron la batalla los países nórdicos, con una opinión pública muy sensible a cuestiones medioambientales.
"Otro deber de solidaridad dentro de la Unión consiste en no poner a los socios en dificultades ante sus opiniones púbicas". Así abrió el fuego la ministra sueca, Lena Hjelm-Wallén, replicando al manual-de-buena-conducta-del-socio-leal con que el francés Hervé de Charette había castigado el sábado a los nuevos miembros del club, tratados de advenedizos.La opinión pública escandinava milita contra las pruebas. Las considera inútiles, nocivas para el medio ambiente y peligrosas porque inducen al nuclearismo de otros países. Por eso las explosiones han provocando una "marcha atrás" en la evolución de los ciudadanos desde el neutralismo tradicional al alineamiento en defensa, lamentaron los escandinavos.
Con uno u otro énfasis, todos se alinearon en la presión sobre París. El alemán Klaus Kinkel recordó su oposición a las pruebas, aun reconociendo que el paraguas nuclear, y dentro de él la force de frappe francesa, garantizó la libertad alemana durante decenios.
Pero, De Charette sólo halló alivio -fue un apoyo indirecto, no un aplauso a las pruebas- del británico Malcolm Rifkind, seguido de su homólogo portugués. La comparación con China. "es injusta porque Francia es un socio leal, democrático, y, a diferencia del absoluto secreto mantenido por otros, ha dado ejemplo de transparencia en sus pruebas". Lo decisivo, dijo, es su compromiso de firmar en 1996 el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares, una vez realizadas las previstas.
A la espera
A la general oposición se unió, discreto, el presidente de la Comisión, Jacques Santer, quien volvió a Iamentar las pruebas". Santer pidió el viernes a Jacques Chirac el aplazamiento de toda explosión hasta que cumpla el artículo 34 del Tratado de Euratom, entregando toda la información demostrativa de que las pruebas no perjudican la salud de los ciudadanos, único aspecto sobre el que es competente el Ejecutivo comunitario. "Espero", subrayó, "que nos dé satisfacción".
De Charette puso en duda incluso esa débil competencia. Pero se esmeró, sobre todo, en un intento de dividir a los críticos. Agradeció "el esfuerzo de comprensión" de todos (todos fueron corteses). Y reputó de "difícilmente comprensible que los socios comunitarios que no forman parte de la Unión Europea Occidental [UEO] ni de la OTAN", (los nórdicos, Irlanda y Austria), es decir, los "no comprometidos en una política de defensa", critiquen uno de sus Instrumentos. Encajaba. mejor las críticas de otros socios, más antiguos. "Aunque entendemos, los problemas de los países neutrales, éstos han firmado el Tratado de Maastricht, que incluye entre sus objetivos la política exterior y de seguridad común y la de defensa".
El presidente, Javier Solana -también contrario a las explosiones-, se esforzó por que la sangre no llegara al río. "Más que pensar que estos acontecimientos crearán fisuras en la UE, creo que nos permitirán profundizar en las políticas exterior y de seguridad comunes". Esto no era sólo un pío deseo del ministro, sino una consecuencia del debate más general realizado sobre la futura política de defensa. Se discutió de todo, pero, significativamente, De Charette no repitió su oferta de "europeizar" la force de frappe, aunque Kinkel aludió a que las armas nucleares "sirven a la seguridad común".
Lo concreto y esencial fue la aprobación, con parabienes, del documento de la presidencia sobre las futuras relaciones de la UE y la UEO. El texto propugna "el desarrollo gradual de una genuina política europea de seguridad y defensa" mediante "el reforzamiento operativo de la UEO", a la que deben irse integrando todos los Quince. Ésta "debe responsabilizarse, tanto de la defensa colectiva" -aunque sus misiones las desarrolle "preferentemente" la OTAN- como de las "misiones de gestión de crisis". Todo ello respetando la relación transatlántica y teniendo en cuenta. que "la soberanía nacional continuará siendo el principio fundamental en materia de defensa".
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