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Papeete vuelve a la calma y evalúa la devastación

La calma volvió ayer a Papeete, la capital de Tahití, tras vivir las 36 horas más violentas de su historia. Las calles de esta ciudad de 23.500 habitantes estaban ayer desiertas, con las tiendas cerradas y los turistas encerrados en sus hoteles por temor a nuevos incidentes. Era el momento de evaluar las pérdidas y los daños causados por la revuelta de 3.000 jóvenes polinesios que, indignados por la explosión nuclear en Mururoa, destrozaron, saquearon e incendiaron el centro y el aeropuerto de la ciudad, que, pese a todo, hoy será reabierto al tráfico internacional.Por la mañana (madrugada en España) todo parecía indicar que se preparaba una segunda ola de violencia. Grupos de jóvenes, armados con barras de hierro, cadenas y piedras, con las caras cubiertas con máscaras y toallas y, en muchos casos, con claros síntomas de haberse pasado la noche bebiendo, se volvieron a concentrar en el aeropuerto. Enseguida, comenzaron a gritar consignas antinucleares y en favor de la independencia y a arrojar piedras contra la policía, que respondió con gases lacrimógenos. La escena parecía una repetición de la que inició los disturbios la noche del miércoles (madrugada del jueves en España), cuando Oscar Temaru, el líder polinesio independentista y alcalde de Faa, el barrio en el que se encuentra el aeropuerto, se acercó al lugar y pidió a sus partidarios que volviesen a sus casas. "No es momento para la violencia. Los ojos del mundo están sobre vosotros y ésta no es una buena imagen para la Polinesio". Temaru pidió a los manifestantes que lucharan por la independencia no en las calles, sino en las urnas. Y, con lágrimas en los ojos, añadió: "Los franceses disparan contra la gente. Tengo miedo de que alguien muera". Tras sus palabras, los manifestantes desmantelaron las barricadas y se marcharon.

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Para Francia, la batalla de Papeete es responsabilidad de Temaru. Gaston Flosse, presidente del Gobierno de la Polinesia francesa, afirmó: "Ésta es la acción de una pequeña minoría. Es culpa de Temaru, de Greenpeace y de la prensa de Australia, Nueva Zelanda y Japón, que han provocado la irresponsabilidad de la gente".

Francia expulsó ayer a cinco activistas de Greenpeace detenidos por su participación en la campaña contra las pruebas nucleares en Mururoa. Mientras tanto, las manifestaciones de protesta contra Francia continúan en todo el mundo, algunas de ellas de lo más pintorescas, como la decidida ayer por los bares y restaurantes de Hiroshima de no servir vinos franceses.

Copyrigth Independent / EL PAÍS.

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