Noches de furias, mañanas de terciopelo
Las macabras quinielas del rock nunca aciertan. Respecto a "la Velvet" siempre se apostaba por Lou Reed y John Cale en la categoría de próximos cadáveres exquisitos, pero ambos siguen vivos y en activo (aunque eso es cierto, reformados). Sin embargo, el bateria original, Angus MacLisle, murió de malnutrición en Nepal allá por 1979. Nueve años después, la vocalista Nico fallecía en Ibiza tras caer de una bicicleta. Ahora acaba de desaparecer el guitarrista y bajista Sterling Morrison. Bajo su camuflaje de apacible profesor de literatura inglesa se ocultaba, dicen, una atracción por la vida turbia.Tiene cierta lógica perversa: todo lo relacionado con The Velvet Underground está minado con equívocos y confusiones. Fueron presentados al mundo como "la banda de Andy Warhol", aunque la aportación del pintor no fuera más allá de un frívolo patrocinio interesado. Terminaron encarnando el prototipo del rock urbano, desesperanzado y sucio, a pesar de que su repertorio incluyera frágiles baladas y romanticismo de resaca. Se les consideró como el antídoto contra el utopismo de los grupos hippies californianos, pero ellos eran demasiado antisociales como para aceptar agitar banderas; su sonido fue el resultado de una colisión entre la formación vanguardista del galés John Cale y la sensibilidad rockera de Lou Reed y sus compañeros instrumentalistas nacidos en los alrededores de Nueva York. Todas sus canciones se interpretaron a la luz de su afición por la heroína Y el sexo duro, aunque existen indicios de que algunas reflejaban realidades menos glamourosas, como el tratamiento de electrochoque con que los padres de Lou Reed intentaron enmendar las tendencias homosexuales del chico.
Quisieron ser estrellas del rock pero todos sus discos pincharon y el grupo se fue descomponiendo hasta sufrir la humillación de quedar a cargo de Doug Yule, uno de los miembros tar¡díos. Perfectos cimientos para una leyenda que se agigantó durante los años setenta y ochenta. En ese tiempo, sus fanáticos reescribieron la historia del rock para convertirle (por encima de los Beatles, los Stones o Dylan) en el grupo que transformó una música juvenil en arte adulto.
La demanda para volverles a ver juntos creció y creció. Tras algunos escarceos, iniciaron una gira. internacional en 1993. La razón para la reunión fue, según el lacónico Cale, elemental: "dinero". Sin embargo, el disco resultante, Live MCMXCIII, era excelente, recreaciones tensas y vitales de sus no éxitos. Había esperanza de que prolongaran la buena racha y crearan nueva música, pero algo tan prosaico como el reparto de beneficios lo frustró: Lou Reed quería llevarse la parte del león y sus sufridos compañeros rompieron la baraja. Lou, la batería Maureen Tucker y Cale volvieron a sus discretas carreras en solitario; el último acaba de participar en la película española Antártida. Precisamente, en su banda sonora toca Sterling Morrison en la ver sión de una canción-réquiem de Jim Carroll, People who died (Gente que murió). El "héroe de la guitarra", como le presentaba Lou Reed, tuvo al menos el reconocimiento tardío de los públicos entregados de 1993. Luego, volvió a la vida académica. El rock es un extraño negocio.
Babelia
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