Las lágrimas de Briceño
Mixta / Briceño, Ortega, Flores Corrida mixta. Dos toros de Cuhnal Patricio, desiguales de presentación, manejables, flojos y sospechosos de pitones.
Antonio Briceño: estocada desprendida y descabelló (oreja); dos pinchazos, estocada y dos descabellos (oreja).
Cuatro novillos de Viuda de Pedrosa, con trapío, de juego desigual y sospechosos de pitones.
Francisco Ortega: estocada atravesada y estocada (oreja); bajonazo (oreja), Eduardo Flores: pinchazo, estocada contraria y descabello (oreja); pinchazo y media atravesada (oreja). Los tres toreros salieron a hombros.
Plaza de San Sebastián de los Reyes. 29 de agosto. 4ª corrida de feria. Media entrada.
El matador de toros local Antonio Briceño no pudo contener la emoción y a la muerte de su segundo enemigo, cuando tuvo la segunda oreja de la tarde que le garantizaba la salida a hombros, estalló en llantos. Lagrimones resbalaban por sus mejillas casi sin cesar mientras iba a recoger el trofeo. Lagrimones seguían bañando su enjuto rostro cuando recorría el anillo después entre el fervor de sus paisanos, incluidos los jaraneros peñistas, que también se volcaron en apoyo de los dos novilleros locales, Ortega y Flores.
Claro que el que más ayudó al supertriunfal balance fue el usía, José Luis Gómez, cuya prodigalidad a la hora de disparar su moquero blanco ya es famosa urbi et orbe. Como señalaba un espectador, "si las orejas las regala a las figuras, no se va a poner borde con los de aquí".
Al margen de tanto óvolo, presidente, Briceño vio cumplido su objetivo: demostrar a sus paisanos, pese a ser la segunda vez en su carrera que se viste de luces como matador, que tiene algo que decir, en esta profesión. Su estrella se torció poco después de doctorarse hace tres años al sufrir una gravisima operación en una rodilla que le tuvo muchísimos meses en el dique seco. Era un esforzado segador sin cosecha que ayer acabó su calvario y sembró para su futuro. Lógicas, pues, sus emocionadas y emocionantes lágrimas.
Sin acusar el parón, Briceño se lució en ayudados, templados redondos -algunos con desmayo- y pases de pecho tanto en su mansote primero como en el morlaco segundo, el mayor que ha salido hasta ahora en la feria. También apuntó detalles de clase y entrega con percal y rehiletes.
Ortega, demasiado relamido, no pudo con su manso encastado primero y deambuló, aportando también ciertos detalles frente al otro, que le arrolló varias veces, en una tediosa labor de 15 minutos sin recados presidenciales.
Mejor estuvo Eduardo Flores, aún verde debido a su reciente debú con los de aupa, frente al también encastado primer novillo, con el que se embraguetó. El último llegó casi moribundo a la muleta y Flores apostó por las populistas manoletinas para asegurarse también la salida a hombros.
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