La marca de la discordia
Los derechos de autor de Dalí siempre han sido polémicos. Lo fueron en vida del artista, que concedió múltiples licencias para la comercialización de su obra que inundaron el mercado con su marca, y lo continuaron siendo cuando en 1986 la exclusiva recayó en la sociedad Demart pro Arte B. V, de la que era administrador único el fotógrafo e historiador del arte Robert Descharnes, que fue secretario personal del artista en los últimos años de su vida. Los derechos afectan a la reproducción de la obra del artista, a la utilización de su nombre u obra para productos comerciales (camisetas, postales, tazas, perfumes, pañuelos ... ) y a la lucha contra las falsificaciones y reproducciones fraudulentas. En teoría es un gran negocio, pero hasta la fecha no ha generado beneficios sustanciales para la Fundación Gala-Dalí, que es la receptora de lo recaudado.Demart es una sociedad fundada por Descharnes en Holanda, con sede social en Suiza y con acciones propiedad de un trust sujeto a la legislación de la provincia canadiense de Québec; Descharnes es su titular fuduciario y administrador único. Se empezó a constituir en junio de 1986, cuando se firmó el contrato mediante el cual Salvador Dalí, que en aquel momento tenía 82 años, otorgaba a Demart pro Arte la gestión de sus derechos hasta e año 2004, año en que revertirían a los herederos del pintor. El contrato especificaba que Dalí cedía la gestión de los derechos intelectuales de su obra, así como la facultad de permitir o prohibir la reproducción y comercialización de obra y objetos, dalinianos en todo el mundo. Descharnes recibió desde el primer momento duras críticas por la gestión de la sociedad, entre otras razones porque los beneficios obtenidos han sido muy escasos. Las cantidades -bastante sustanciosas- que han generado los derechos se han gastado sobre todo en pagar largos y costosos procesos judiciales en Estados Unidos contra falsificaciones y abusos en la reproducción de las obras.Cuando tras la muerte de Dalí, en enero de 1989, el Estado español se convirtió en el heredero universal de todos sus bienes, empezó otra etapa en la gestión de la obra del artista. El asunto de Demart era uno de los que más preocupaban a la Administración, pero hasta julio de 1994 no se acordó rescindir el contrato que les unía a Descharnes y conceder la explotación de los derechos del artista a la Fundación Gala Dalí. Descharnes insiste en que su contrato sigue vigente y está estudiando las acciones legales pertinentes para conservar sus prerrogativas. Según el Gobierno, sin embargo, el contrato de Descharnes era un mandato que caducó en el momento en que la persona que lo realizó -es decir, Dalí- hubo fallecido. Las disputas legales, si llega a haberlas, se auguran largas y complejas.
Babelia
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