González y Pujol preparan elecciones para marzo
El presidente catalán se resigna a apoyar los Presupuestos si media un calendario que dé serenidad
Felipe González y Jordi Pujol sentaron ayer las bases del acuerdo para sellar el calendario electoral: el presidente del Gobierno convocará elecciones legislativas en marzo y el líder nacionalista podrá celebrar los comicios catalanes el próximo noviembre. Este calendario permitida a CiU apoyar los Presupuestos para 1996, porque la perspectiva de elecciones a fecha fija compensaría el desgaste político que tanto teme. Ambos dirigentes se reunieron ayer por espacio de casi hora y mes dia en el palacio de la Moncloa. Pujol no hizo declaraciones, argumentando que la posición de CiU se conocerá el lunes.
El presidente de la Generalitat y líder de Convergéncia i Unió acudió a la entrevista con González para pedirle que anunciara de forma clara y transparente que las elecciones legislativas se celebrarán a finales de febrero o principios de marzo. Sólo si González adquiría ese compromiso, los nacionalistas catalanes estaban dispuestos a negociar los Presupuestos para 1996, pese a ser conscientes de que eso les puede costar un alto precio político. Ese calendario garantiza además que las elecciones legislativas no van a coincidir con las autonómicas. De no existir ese compromiso, porque González no quisiera o no pudiera adquirirlo, los nacionalistas catalanes estaban dispuestos a retirar todo su apoyo al Gobierno, incluido el presupuestario, y González se iba a ver abocado a convocar elecciones anticipadas este otoño, una perspectiva que no preocupaba a CiU, porque les ahorraría el desaste de negociar los Presupuestos en vísperas de las elecciones autonómicas catalanas.
En la última entrevista entre Pujol y González, hace apenas 15 días, el líder catalán ya planteó la nesidad de que el jefe del Gobierno anunciara elecciones para marzo, ante el Congreso o en declaraciones públicas. González no lo hizo ante el Congreso y ante la prensa se mostró ambiguo, citando dos fechas posibles para el adelanto electoral: la primavera o el otoño de 1996. Esta ambigüedad irritó a los dirigentes de CiU.
Lamentaría romper
Pujol tenía la intención de trasladarle ayer a González que él lamentaba tener que romper totalmente la colaboración de dos años, de la que ha hecho un balance en líneas generales positivo, pero que lo haría si se veía obligado a ello, según fuentes de CiU. El presidente catalán está convencido de que sólo un calendario público, claro y concreto -elecciones legislativas en marzo- puede sosegar la vida política española y frenar la aparición de nuevos escándalos. El presidente de la Generalitat es consciente de que sus argumentos contra la reducción del déficit que propone el ministro Pedro Solbes no los podía sostener mucho tiempo -de hecho, en los últimos días ya ha modulado su posición-, pero también sabe que corre un riesgo electoral si apoya los Presupuestos sin una contrapartida clara, como es un calendario electoral preciso.
Pujol condicionaba la convocatoria de las elecciones autonómícas catalanas para este otoño al calendario de González, porque se niega en redondo a que coincidan con las legislativas. Si González optaba por disolver las Cortes este otoño, las autonómicas se hubieran celebrado entonces en marzo. Y si el presidente del Gobierno se comprometía a convocar elecciones para marzo, las autonómicas serían en noviembre de este año.
Los nacionalistas catalanes quieren ir a las elecciones autonómicas dando una imagen nítida de que han roto con el PSOE, pero el mundo empresarial y sus bases no entenderían que por no apoyar los Presupuestos el país entrase en una crisis financiera.
Para conjurar esa contradicción, Pujol se planteaba dos salidas: o las generales se celebraban este otoño y ya sería otro el Gobierno responsable de prorrogar o de presentar los Presupuestos; o podía explicar a su electorado que el apoyo al proyecto de Solbes sería el último sacrificio que hacen en pro de la gobernabilidad, porque González ya se ha comprometido a irse en marzo. De esa forma, el desgaste sería menor.
Fuentes gubernamentales sefialaron que el Gobierno no se apea de su objetivo de reducir el déficit y que CiU debe asumir las grandes magnitudes presupuestarias. CiU y PSOE aprovecharán lo que queda de legislatura para sacar varías leyes pendientes. González planteará este mismo calendario en los próximos días al líder de IU, Julio Anguita, y al presidente del PNV, Xabier Arzalluz, para sumarlos al consenso. No tiene previsto conversar con el presidente del PP, ya que José María Aznar no tiene otro objetivo que no sea el de las elecciones inmediatas.
El secretario general del Portavoz del Gobierno, Miguel Gil, informó anoche que los dos presidentes habían debatido sobre las príoridades de la política institucional, figurando en primer lugar los Presupuestos, seguidos por los objetivos de la presidencia europea de la UE. Gil reconoció que la "reflexión conjunta" sobre un hipotético adelanto electoral a 1996 tendría que ver con el interés de González y Pujol de "dotar de serenidad a la vida política".
Pujol, por otra parte, condicíona la negociación de los Presupuestos a que la austeridad no se cebe en las partidas que justifican ante su electorado la alianza de los nacionalistas con Felipe González. El presidente catalán trata de salvar el gasto autonómico sanitario y educativo, así como las subvenciones a las empresas -la denominada "orientación hacia la economía productiva"-, por "coherencia". El ministro de Economía, Pedro Solbes, considera que PSOE y CiU comparten el objetivo básico de los Presupuestos, informa .
No a cualquier precio
En una cena celebrada el lunes en Barcelona con empresarios y ejecutivos, el presidente de Convergencia dijo estar dispuesto a negociar seriamente su eventual apoyo a los Presupuestos de 1996. Pero no a cualquier precio, consciente de que su actitud le reportará "un fuerte desgasteelectoral". La condición básica para el apoyo es, "por coherencia", doble: evitar recortes en las transferencias sociales a las comunidades, autónomas (particularmente en sanidad y educación) y en los gastos de fomento empresarial; es decir, las grandes líneas presupuestarias que han justificado su apoyo al Gobierno ante su electorado.
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