La comunicación que aprenden los monos ¿es lenguaje?
Los chimpancés charlan mediante ordenadores en un centro de investigación
Panbanisha, un chimpacé bonobo que se ha convertido en una especie de estrella entre los investigadores del lenguaje animal, pasea con un grupo de otros primates -científicos del Centro de Investigación del Lenguaje de la Universidad Estatal de Georgia en Atlanta (EE UU)- De repente, el chimpancé coge un teclado especial como los que se utilizan para enseñar a comunicarse a niños con grave retraso mental y aprieta tres símbolos en varias combinaciones: "pelea", "furioso" y "Austin".
Austin es el nombre de otro chimpancé del centro. Sue Savage-Rumbaugh, una de las entrenadoras de Panbanisha, le pregunta: "¿Hubo alguna pelea en casa de Austin?". "Waa, waá, waa", dice el chimpancé, lo que ella interpreta como señal afirmativa. Corre al edificio donde vive Austin y se entera de que, ese día, dos chimpancés se han peleado por jugar con un ordenador de adiestramiento. Supone que Panbanisha oyó el alboroto y era como un secreto que quería contar urgentemente.
Una década y media después de que muchas afirmaciones de los investigadores del lenguaje animal fueran descalificadas, Savage-Rumbaugh cuenta que sus chimpancés pueden manifestar las facultades de comprensión rudimentarias de un niño de dos años y medio. Según una serie de trabajos recientes, los bonobo, o chimpancés enanos, que algunos científicos consideran más parecidos a los humanos y más inteligentes que los chimpancés comunes estudiados en anteriores experimentos fallidos, han aprendido a comprender frases complejas y a utilizar lenguaje simbólico para comunicarse espontáneamente con el mundo exterior.
"Nunca había combinado esos tres lexigramas", afirma Savage-Rumbaugh refiriéndose a los símbolos del teclado con los que entrenan a los animales. El incidente le parece especialmente gratificante porque el chimpancé no pareció utilizar los símbolos para pedir comida, sino para cotillear.
Como osos de circo
La mayoría de los expertos en lenguaje consideran que los experimentos como los realizados con Panbanisha son ilusiones. Steven Pinker, especialista en ciencias cognitivas del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) que estudia la adquisición del lenguaje en los niños, dice: "Este tipo de investigación se parece más a los osos del circo de Moscú que son adiestrados para montar en monociclo. Se puede entrenar a los animales para que hagan toda clase de cosas sorprendentes". Pinker no está convencido de que los chimpancés hayan aprendido nada más complicado que apretar los botones adecuados para que los primates sin pelo que están al otro lado de la consola les den chocolatinas, plátanos y otras chucherías.
Noam Chomsky, lingüista del MIT cuya teoría de que el lenguaje es innato al ser humano y exclusivo de éste es un firme soporte en este campo, opina que intentar enseñar habilidades lingüísticas a los animales es irracional, como lo sería intentar enseñar a la gente a batir los brazos y volar. "Los humanos pueden volar unos nueve metros: eso es lo que hacen en los Juegos Olímpicos. ¿Es eso volar? La pregunta es absolutamente absurda", comentó Chomsky en una entrevista. No hay pruebas de que los sonidos que emiten los chimpacés surjan de algo parecido a los órganos del lenguaje que, según Chomsky, sólo residen en el cerebro humano. Esta conexión neurológica es la fuente de la gramática universal que une todos los lenguajes.
Pero algunos investigadores como Stuart Shanker, de la York University (Toronto), opinan que los lingüistas aplican un doble rasero: quitan importancia en los chimpancés a facultades -como reunir un nombre y un verbo para formar una frase- que consideran capacidades lingüísticas incipientes en un niño pequeño. "Los lingüistas han ido aumentando sus exigencias y Sue ha ido cumpliéndolas. Pero los lingüistas siguen cambiando de sitio la portería", dice.
Circuito neurológico
La mayoría de los lingüistas siguen a Chomsky y afirman que el circuito neurológico especial necesario para el lenguaje se desarrolló después de que los antepasados del ser humano se separasen de los antepasados de los chimpancés hace millones de años. Los niños, a diferencia de: los chimpancés, pasan rápidamente de juntar expresiones de: dos palabras a pronunciar sin esfuerzo oraciones complejas. Pero algunos insisten en que los experimentos de Savage-Rumbaugh sugieren que entre los humanos y el resto del reino animal no existe un abismo, sino una gradación de facultades lingüísticas.
La investigación del lenguaje animal quedó desacreditada a finales de los setenta cuando las demostraciones con chimpancés parlantes como Washoe o Nim Chimpsky, de provocativo nombre, resultaron ser fraudes involuntarios. Como los chimpancés carecen del aparato vocal necesario para emitir una variedad de sonidos, se les enseñó un vocabulario de signos manuales. Los entrenadores decían que los chimpancés eran capaces de construir frases de varias palabras. Pero tras una investigación más profunda, los científicos descubrieron que los chimpancés simplemente habían aprendido a complacer a sus profesores retorciendo las manos.
Herbet Terrace, entrenador de Nim Chimpsky y psicólogo de la Universidad de Columbia, reconoció que un chimpancé podría aprender a vincular un signo hecho con la mano con un pedazo de comida, y que podría ser una cuestión de simple condicionamiento, igual que los perros de Pávlov aprenden a salivar cuando suena una campanilla. No había pruebas de que los chimpancés hubieran adquirido capacidad de unir palabras para formar oraciones de longitud y complejidad arbitraria.
Categorías abstractas
Savage-Rumbaugh intentó un enfoque diferente. Para eliminar la ambigüedad de los signos manuales, utilizó un teclado con docenas de botones señalados con signos geométricos. Mediante complejos ejercicios que empezaron a mediados de los setenta, Savage-Rumbaugh y sus colegas enseñaron a chimpancés a relacionar símbolos con una serie de objetos, personas, y lugares del laboratorio y sus alrededores. Los animales más inteligentes indluso parecían aprender categorías abstractas y clasificaban dibujos de objetos. Dijeron que dos de los chimpancés aprendieron a utilizar símbolos para comunicarse entre ellos: al pulsar el teclado, un chimpancé decía a un compañero dónde podía encontrar la llave para acceder a un plátano que podrían compartir.
El más impresionante de todos era un bonobo llamado Kanzi, que a los seis años había adquirido un vocabulario de 200 símbolos y construía lo que se podrían considerar frases rudimentarias formadas por una palabra combinada con un gesto o, a veces, por dos o tres palabras. Savage-Rumbaugh concluyó que la exposición al lenguaje debe empezar pronto y que las lecciones deberían avanzar según la curiosidad del animal.
En comparación con otros chimpancés, las expresiones de Kanzi son sorprendentes, pero siguen estando lejos de la capacidad humana. En un experimento se le dijo: "Pincha al perro"; Kanzi cogió una jeringa del suelo y puso una inyección a un perro de peluche. Los adversarios de Savage-Rumbaugh dicen que no hay nada de particular en que los chimpancés, o incluso los perros o los loros, relacionen sonidos vocales con objetos. Ella insiste en que los experimentos que utilizan palabras en contextos nuevos demuestran que los chimpancés no sólo responden a sonidos de forma refleja. Es verdad que Kanzi contó inicialmente con la ayuda de inflexiones vocales, gestos manuales, expresiones faciales y otras pistas contextuales. Pero una vez que dominó un vocabulario, podía responder adecuadamente al 70% de una serie oraciones con las que no estaba familiarizado, pronunciadas por un entrenador con el rostro oculto.
Ninguno de estos argumentos resulta convincente para los lingüistas, que consideran que la prueba crucial del lenguaje no es la comprensión, sino la actuación, la capacidad de utilizar la gramática para generar frases cada vez más complejas. Shanker cree que muchas objeciones revelan un punto de vista ingenuo sobre el lenguaje. Cuando Kanzi pincha al perro, tal vez se apoye en toda clase de pistas contextuales y gestos del hablante, pero eso, dice, es lo que la gente hace continuamente.
Entre algunos investigadores ronda la sospecha de que los experimentos sobre el lenguaje de los animales están motivados por intereses ideológicos tanto como científicos: por la convicción de que el comportamiento inteligente no está prefijado, sino que se puede aprender, por el deseo de derribar a los seres humanos del pedestal que ellos mismos se han erigido y defender los derechos de los animales.
Copyright The New York Times.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Derechos animales
- Ortografía
- Investigación médica
- Simios
- Animales laboratorio
- Especies protegidas
- Lingüística
- Primates
- Protección animales
- Mamíferos
- Política ambiental
- Estados Unidos
- Ideologías
- Protección ambiental
- Lengua
- Investigación científica
- Animales
- Especies
- Política
- Medio ambiente
- Sociedad
- Ciencia
- Cultura
- Medicina
- Salud