El Gobierno mexicano prepara acciones violentas en Chiapas, denuncia el cura español expulsado
"Me han expulsado por ser sacerdote de la iglesia católica y trabajar en Chiapas", declaró a su llegada al aeropuerto de madrid Rodolfo Izal, el sacerdote navarro expulsado por las autoridades mexicanas por su presunta vinculación con el movimiento zapatista. Izal, que llevaba cinco años trabajando en Chiapas, de donde fue deportado,el pasado viernes junto a un sacerdote argentino y otro de Estados Unidos, aseguró que el gobierno mexicano quería librarse de los extranjeros en Chiapas porque prepara acciones violentas contra los zapatistas.
Los tres hermanos del sacerdote navarro Rodolfo Izal, de 34 años, esperaban ansiosamente su llegada ayer, por la mañana en Barajas. Dos de ellos habían salido de pamplona a las tres y media de la madrugada y un tercero desde Bruselas. Su noche había sido muy larga. No habían hablado con Rodolfo desde que se enteraron por la radio, primero, de su desaparción, y luego, de su expulsión, de México por su presunta vinculación con los zapatistas. Todo había sido muy rápido y se les notaba la preocupación: el cónsul español en Miami les había dicho que venía muy bajo de moral, hundido por lo que le había sucedido. El vuelo procedente de Miami en elque viajaba Izar llegó un poco antes de las ocho de la mañana de ayer, pero los pasajeros desfilaban por la puerta y él no aparecía. Sus familiares no comprendían por qué tardaba tanto: "Si viene sólo con lo puesto, no le dejaron coger nada, ni siquiera su pasaporte", repetían una y otra veí.Rodolfo Izal llegó a Madrid llorando. Cojeaba levemente por un accidente que sufrió unas semanas atrás y se le veía muy cansado. "Es normal, después de que le hayan estado interrogando toda la noche", dijo su hermano. Izal se abrazó a su hermano Javier durante un buen rato antes de poder ha blar. "Me han expulsado de México por ser sacerdote de la iglesia católica y trabajar en chiapas" dijó Izal con un acento marcademente mexicano. "México es un país de men tiras", añadió. Considera que a él y a los otros dos sacerdotes de la diócesis de San Cristobal de las Casas, un argentino y un estadounidense, los han echado por intentar decir la verdad".Izal estima que la situación en Chiapas es grave. Él está convencido de que el gobierno mexicano prepara alguna ac ción violenta contra los zapa.tistas, "algo muy gordo", advierte. Cuando le llevaban "secuestrado" vio más de cien vehículos de la policía mexicana dirigirse hacia los altos de Chiapas. "Y por eso", insiste Izal, "intentan eliminar la presencia de extranjeros" en la zona donde los rebeldes del subcomandante Marcos, el lí der de los zapatistas, cuentan con su mayor apoyo y donde la guerrilla indígena tiene su centro de operaciones.
Las acusaciones formales contra el sacerdote español son una "incitación a la invasión de tierras y a la organización de los indígenas". "Como si los indígenas fueran niños, como si no tuvieran capacidad de organizarse solos", replica Izar. Según el Gobierno mexicano, hay 16 denuncias contra los tres expulsados, y la deportación forma parte de un conjunto de acciones para restablecer el orden en Chiapas. Izar insiste en que son denuncias de gente que no existe y que no han sido comprobadas, en contra de lo que le dijeron las autoridades mexicanas. El consulado español en méxico se está ocupando de investigar lo sucedido, explica el sacerdote.
Su faniffia, piensa que la deportación de Izal y de los otros dos sacerdotes fue planeada para coincidir con la ausencia de Samuel Ruiz, obispo de Chiapas con el que trabajaban, que se encontraba en España hasta hace dos días.
Diálogo burlado
El obispo es el mediador en el conflicto entre el Gobierno mexicano y el Ejército Zapatista de liberación nacional (EZLN), que se alzó en armas el 1 de enero de 1994. Para Izal, el proceso de paz -cuya tercera ronda de negociaciones debe comenzar dentro de dos semanas- es una burla, ya que el Gobierno del presidente Ernesto Zedillo nunca ha buscado realmente el diálogo con los zapatistas.
Por ahora, Izal no puede regresar a México, porque así lo dicta el decreto de expulsión."Pero", dice, "no me he ido del todo, sigo un poquito en México, con los indígenas". Ayer, por fin, pudo irse a casa a descansar. pero su amigo Ricardo Manero, que en septiembre pensaba irse con él a Chiapas, sabe que, con.su personalidad, Izal no aguantará mucho tiempo en Villava, su pueblo natal. "Si no puede ser méxico, será otro lugar, pero Izal volverá pronto a América Latina, donde vivía desde hace más de 15 años", augura Manero.
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