Éxito checheno
EL COMANDO checheno que asaltó hace cinco días, la ciudad Rusa de Budiónnovsk y mantuvo a más de mil rehenes encerrados en el hospital de esa ciudad ha puesto fin a su operación. En la ciudad de Zandak liberó al centenar de rehenes de los que se hizo acompañar como garantía de que no sean atacados. Los miembros del comando lograron escabullirse entre los grupos de chechenos que siguen resistiendo en las montañas. Un éxito, sin duda. Pero no lo es menos para el sector moderado del Gobierno ruso, en especial para su jefe, Chernomirdin, que ha propiciado un desenlace pacífico.El efecto más importante es que por primera vez se negocia en Grozni entre los representantes del general Dudáiev (a quien Yeltsin califica de bandido) y del Gobierno ruso. Es decir, se está abriendo paso, después de seis meses de guerra en Chechenia, el camino exactamente contrario al que Yeltsin había escogido. El personaje que ha optado por el camino de la negociación ha sido el jefe del Gobierno, Chernomirdin, que ya en ocasiones anteriores se había distanciado del belicismo de Yeltsin.
¿Cuáles serán ahora las futuras etapas de esa contradicción tan palpable entre el presidente y su primer ministro? Dos hechos deben ser tenidos en cuenta. Por un lado, la existencia de una línea pacifista en la clase política rusa, que cuenta con apoyos en el Ejército. Parece obvio que Chernomirdin, con la línea negociadora que ha adoptado, puede contar con un respaldo serio, y no sólo en los círculos políticos más pacifistas.
Por otra parte, la contraofensiva fracasada que lanzaron las tropas rusas para reconquistar el hospital de Budiónnovsk ha causado muchas bajas entre los rusos. Ello ha creado una situación completamente excepcional: en el momento en que los chechenos se han marchado, la reacción de los habitantes ha sido condenar a los rusos por los muertos que habían causado, mientras que muchas personas, incluído enfermos del hospital, elogiaban la conducta de los chechenos. Este fenómeno se produce en un lugar relativamene pequeño. Pero está claro que la campaña que habían lanzado las autoridades rusas sobre el salvajismo de los chechenos ha sufrido un mentís serio con lo ocurrido en Budiónnovsk y no será fácil seguir con ella.
La pelota está ahora en el tejado de Yeltsin. Este hizo durante la reunión de Halifax una declaración irresponsable alentando a las tropas que intentaban liquidar a los chechenos. Ahora puede, con los grupos ultras del Ejército, tirar por tierra la negociación iniciada en Grozni y volver a su línea anterior. Pero ello, supondría su desprestigio y dejaría por los suelos el nombre de Rusia.
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