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Clinton intenta que Chirac renuncie a su decisión unilateral de volver a los ensayos atómicos

Antonio Caño

Estados Unidos y el Grupo de los Siete (G-7), que hoy inicia su cumbre anual en Canadá, tratan de persuadir al presidente francés, Jacques Chirac, de que renuncie a su intención de reanudar unilateralmente las pruebas nucleares. La decisión francesa, criticada por la Administración norteamericana, empañó ayer el primer encuentro en Washington entre el nuevo inquilino del Elíseo y el presidente estadounidense, Bill Clinton. "Estados Unidos lamenta esta acción", dijo un portavoz del presidente norteamericano, quien así se sumaba al coro universal de críticas por el fin de la moratoria nuclear francesa.

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Todas las expectativas sobre la primera visita a Estados Unidos de Jaeques Chirac, un líder más joven y teóricamente más pronorteamericano que François Mitterrand, se vieron brusca mente frustradas por el anuncio hecho por el presidente francés la víspera en París. El Gobierno norteamericano reaccionó oficialmente con "decepción" por la medida, aunque un funcionario trató de rebajar la gravedad de la situación destacando el hecho de que las pruebas nucleares francesas está previsto que concluyan el próximo mes de mayo, como ha insistido en recalcar el Elíseo.

"Estados Unidos lamenta esta acción. Estados Unidos continúa urgiendo a todos los poderes nucleares, incluido Francia, a que se unan a una moratoria global mientras trabajamos para completar una total prohibición de las pruebas nucleares lo antes posible", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry.

Otro portavoz oficial aseguró que, pese a la decisión francesa, EE UU no tiene previsto seguir el ejemplo y reanudar las pruebas nucleares. El presidente Clinton anunció en 1993 la suspensión de esas pruebas, pero advirtió que podría reconsiderar su decisión si otras potencias nucleares no respetaban la moratoria. En ese tiempo, sólo China, entre las cinco naciones con reconocida capacidad atómica, ha realizado pruebas nucleares.

La Administración norteamericana no ve, en principio, la decisión francesa como una ruptura de la moratoria que Mitterrand aceptó en 1992, sino tan sólo como una breve interrupción para el cumplimiento de un pequeño programa nuclear. "Nuestra preferencia es tener una moratoria, pero agradecemos que Francia haya dicho que sólo va a hacer estas pruebas hasta l996", dijo un funcionario citado por la agencia Reuter.

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Esa fue la explicación que Chirac ofreció ayer a Clinton en su entrevista en la Casa Blanca. Aún así, el Gobierno norteamericano, que ha estado intensamente impulsando en los últimos meses la extensión indefinida del Tratado de No Proliferación Nuclear, lo desaprueba, y teme que eso sea suficiente para que otros países con posibilidades nucleares pierdan su fe en la moratoria.

Este conflicto se presenta precisamente en el momento en que Washington confiaba en volver a encarrilar unas relaciones con Francia que atraviesan desde hace tiempo momentos difíciles. Los criterios diferentes, a veces opuestos, entre Washington y París respecto al comercio, Bosnia y seguridad europea han llevado con frencuencia al enfrentamiento a los dos Gobiernos.

Ahora, Estados Unidos no puede ver la decisión de Chirac de reanudar las pruebas nucleares más que como un nuevo intento de Francia de jugar un papel de potencia al margen de la disciplina de Washington.

Otras polémicas

También los otros asuntos de la agenda de la reunión entre Chirac y Clinton, inicialmente convocada dentro de los contactos regulares entre el presidente de turno de la Unión Europea y el presidente de EE UU, fueron polémicos. Sus diferencias sobre Bosnia se han agudizado por la resistencia norteamericana, impuestas por el Congreso, a cargar con su 30% del presupuesto de la fuerza de intervención rápida. Y las diferencias sobre asuntos comerciales también se han agravado por la crisis entre EE UU y Japón.

Todos esos problemas ya amenazaban con hacer fracasar la cumbre del G-7. Pero ese temor es aún mayor después del anuncio sobre la reanudación de pruebas nucleares. El Gobierno anfitrión de la cumbre pidió ayer a Chirac que renuncie a esa iniciativa. "Todos los poderes nucleares tienen que estar de acuerdo en detener sus pruebas nucleares lo antes posible", declaró el ministro canadiense de Relaciones Exteriores, Andre Ouellet. El primer ministro de Canadá, Jean Chrétien, mantendrá un desayuno de trabajo mañana con el presidente francés para tratar ese asunto.

Antes de llegar a Halifax, la ciudad sede de la cumbre, el presidente francés viajará a Nueva York para reunirse con el secretario general de las Naciones Unidas, Butros Butros-Gali.

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