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EE UU estudia suavizar las sanciones a Cuba para favorecer los cambios democráticos en la isla

Antonio Caño

El Gobierno norteamericano, corrigiendo una política de más de treinta años, está considerando la posibilidad de suavizar las sanciones a Cuba y de ampliar las comunicaciones con ese país como el mejor camino de favorecer cambios democráticos en la isla, según informó ayer un alto funcionario. Para ello, la Administración tendrá que vencer, sin embargo, la resistencia del Congreso, que ha propuesto medidas justamente en la dirección contraria.

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El primer paso que Estados Unidos quiere dar, como respuesta a "Ias noticias positivas sobre cambios políticos y económicos en Cuba", es la eliminación de las sanciones que fueron impuestas en agosto de 1994 a raíz de la crisis de los balseros. Esas sanciones incluían la prohibición del envío de dinero de los cubanos en Estados Unidos a sus familiares en la isla y otras formas de contacto entre ambas comunidades. "Todo eso está siendo revisado y contemplado", declaró ayer el portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, en una conversación con un grupo de periodistas europeos."Reconocemos que el contacto con el mundo exterior es un camino por el que el pueblo cubano puede llegar de forma más adecuada al cambio pacífico. Eso nos abre la posibilidad de contactos humanitarios, intercambios académicos, quizás la apertura de oficinas de medios de comunicación norteamericanos en Cuba", dijo.

El portavoz de la Casa Blanca explicó que esas medidas no supondrían una violación del Acta para la Democracia en Cuba, la ley que establece la política norteamericana hacia el régimen de Fidel Castro, ni un conflicto con el grueso de la comunidad del exilio cubano. 'Información, acceso al exterior, a gente que pueda hablar sobre los valores de la democracia, es bueno para los que quieran realizar cambios en Cuba", dijo, "y puede hacerse de forma consistente con los fuertes puntos de vista de la comunidad cubano-norteamericana en Estados Unidos".

Por primera vez, un alto funcionario de la Administración hace una distinción entre el liderazgo del exilio en Miami -claramente representado por el presidente de la Fundación Cubano-Americana, Jorge Mas Canosa- y los miembros de esa comunidad.

"El reciente problema sobre migración nos dio una lección muy interesante de que hay una considerable diversidad de opinión entre la comunidad cubano-norteamericana", afirmó McCurry. "Los líderes, que son muy importantes, se mueven en una dirección distinta. Pero cuando prestas atención a lo que la gente piensa encuentras mucho más sentido común", añadió.

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Según McCurry, ha crecido entre la comunidad cubana de Miami la idea de que una mayor comunicación entre Cuba y EE UU favorecería el cambio democrático. En ese sentido, según él, ha aumentado también el número de personas que defienden una política hacia La Habana similar a la que Washington tiene con China.

El portavoz de la Casa Blanca aseguró que en estos momentos existe en la Administración "una valoración de que las noticias positivas sobre cambios políticos y económicos n Cuba deben encontrar una respuesta cuidadosamente calibrada". "Y calibrando cuidadosamente las respuestas", añadió, "podemos poner en acción los instrumentos de democracia y cambio que necesita el pueblo cubano".

McCurry recordó que esta política se produce "en el contexto de un Congreso que quiere dar el último martillazo y empujar a Castro al límite". En los próximos meses, quizás este verano, el Congreso debe discutir una propuesta del presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado, Jesse Helms, para extender las sanciones a aquellos países que mantengan lazos comerciales con Cuba.

Las declaraciones de McCurry se producen después de varios meses en los que, de forma discreta pero apreciable, se ha observado un acercamiento entre Washington y La Habana. Como resultado de ese acercamiento se ha producido un histórico acuerdo migratorio, la liberación de dos señalados presos políticos cubanos y la detención en La Habana de un fugitivo de la justicia norteamericana.

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