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Rodríguez Orejuela: "El 'cartel de Cali' es un invento de la DEA"

En una celda de siete metros cuadrados de la prisión de máxima seguridad de La Picota, en Bogotá, Gilberto Rodríguez Orejuela, detenido el pasado viernes en su feudo, tiene ocasión en estos días de medir la distancia entre el cielo y el infierno. Ante los fiscales sin rostro que le interrogan, el jefe del cartel de Cali ha comenzado ya a mostrar su estrategia: no delatará a los suyos para lograr una reducción de condena y no confesará. "El cartel no existe", afirma. "Es un invento de la DEA [agencia antinarcóticos norteamericana] y de las autoridades de Estados Unidos".

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Ni siquiera el salvaje atentado del sábado por la noche en Medellín ha logrado desviar la atención de los colombianos de la novelesca detención. El héroe del día es el director de la Policía Nacional, general Rosso José Serrano Cadena, que dirigió el operativo del llamado Bloque de búsqueda, al frente de un ejército de más de 6.000 policías y soldados.Ahora, Gilberto, el hombre más buscado de Colombia, está sin poder caminar en línea recta más de tres metros, durmiendo en una cama de piedra, haciendo sus necesidades en un retrete de cemento, con una mesita de noche de ladrillo y con todas las celdas colindantes vacías. Nada que ver con la cárcel de cinco estrellas que en su día tuvo su colega del cartel de Medellín Pablo Escobar, de la que huyó sin más complicación que la de sobornar a sus guardianes. Él no lo tendrá tan fácil. El presidente colombiano, Ernesto Samper, sabe que se juega su credibilidad y el certificado de buena conducta de Estados Unidos. Tiene que eliminar, además, las sospechas, nunca totalmente eliminadas, de que ganó la jefatura del Estado gracias al dinero que el narcotráfico aportó a su campaña electoral.

El capo del cartel que, según la mayoría de los cálculos, mueve el 80% del tráfico ilegal de cocaina que se desarrolla en todo el mundo, parece que va a aprovechar el tiempo libre para trabajar y beneficiarse de remisiones de pena) y estudiar Derecho, tal vez para estar en condiciones de dirigir al ejército de abogados de que nadie duda que dispondrá. Quiere ser "un preso ejemplar".

En su declaración ante los fiscales sin rostro -sin rostro porque si se identifican podrían encontrarse con un coche bomba o una lluvia de balas-, Rodríguez Orejuela dijo que pensaba entregarse antes de 10 días porque estaba ya convencido de que "ninguna organización criminal puede ganar la guerra al Estado". Señaló también que su hermano Miguel y varios otros de sus compinches no tardarán en ponerse igualmente en manos de la justicia, si bien precisó que sus negocios y los de Miguel son "totalmente independientes". Ayer recibió en su celda la visita de su otro hermano, Jorge Eliécer, detenido en marzo cuando iba a la consulta de su pitonisa de cabecera. Jorge, alojado también a pensión completa en La Picota, aporto a la reunión familiar alguna ropa de cama e información sobre la rutina carcelaria.

Gilberto tuvo tal vez ocasión de lamentarse con su hermano del perfume de olor penetrante (tal vez de su amante, que le acompañaba en su refugio) que alertó a una policía de pituitaria excepcionalmente sensible, o de la falta de sangre fría de una de sus dos empleadas domésticas que se puso nerviosa cuando un policía, disfrazado de basurero, llamó a la puerta de su guarida en Cali "para pedir cartones". Los detalles son tan novelescos que, probablemente, rivalizarán con los del rescate del piloto norteamericano derribado sobre Bosnia a la hora de convertirse en película made in Hollywood. Aunque muy probablemente, el héroe no sería colombiano, sino un agente de la DEA, organización que, según Washington, desempeñó un papel decisivo para el éxito de la captura.

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