Premios y desilusiones
Si ayer se hubieran hecho apuestas sobre los nombres de los ganadores de los premios de la Bienal en función de las concentraciones y opiniones de los invitados y periodistas, la banca se hubiera quedado con todo. Aunque oficialmente los premios se dan a conocer hoy durante la apertura oficial, ayer se supieron los galardones más importantes.El premio de pintura fue para el norteamericano afincado en el Reino Unido Roland B. Kitaj (Cleveland, 1932), considerado como el máximo exponente del pop europeo. Su obra, sin embargo, no está en el pabellón británico ni americano, sino que forma parte de la exposición que se exhibe en el Pabellón Histórico, con la exposición Identidad y alteridad.
El premio a la mejor escultura lo obtuvo Gary Hill (Santa Mónica, 1951), uno de los artistas norteamericanos más de moda durante los últimos años. Sus videoinstalaciones han estado presentes en todos los últimos acontecimientos artísticos europeos y norteamericanos.
El premio para el mejor pabellón se lo ha llevado Egipto. Se trata de un montaje que reproduce el interior de una pirámide. Los pasillos de la cámara mortuoria desembocan en un reducido espacio expositivo, con obras de tres jóvenes escultores egipcios.
El jurado que ha repartido, estos premios ha estado formado por el español Tomás Llorens, el italiano Arturo Carlo Quintanalle, el japonés Shuji Takashina y el alemán Jacob Wenzel.
Propuestas
La obra del pintor Eduardo Arroyo y la de Antonio López, por su escultura de Hombre y mujer, fueron propuestas por algún miembro del jurado, pero no hubo seguimiento. La única consolación para España se puede buscar en el pintor Roland B. Kitaj, quien, por su espíritu nómada, vivió una larga temporada en el pueblo catalán San Feliú de Guixols.Por otro lado, la eliminación en este año del centenario del pabellón denominado Aperto, en el que se exponía obra de jóvenes artistas que no tenían pabellones de sus países en los que estar representados, también ha despertado comentarios adversos. Creado en 1980 por el entonces director, Achille Bonito Oliva, se proponía dar a conocer la vanguardia de la vanguardia".
Jean Clair dio explicaciones poco razonables, pero, al final, parece ser que se trató de falta de presupuesto. El alto coste de la exposición del centenario no dejó suficiente para montar la otra. Pero los visitantes no se quedarán sin ver a los jóvenes; otros sitios como puentes, plazas, palacios, jardines y hasta la laguna, han dejado espacio para las obras de estos artistas.
Babelia
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