_
_
_
_
Tribuna:LA TRAGEDIA DE LOS FLORES
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La soledad del cachorro

La suprema elegancia interior de Antonio González Flores, músico, poeta, artista, le llevó siempre a hacer lo posible para evitar a los otros su propio infierno. De las pocas veces en que coincidimos con amigos o conocidos comunes, hace ya años recuerdo que emanaba de él, además de un rotundo atractivo físico, del magnetismo bellamente animal heredado de Lola, un cálido mensaje de bondad que te hacía sentir confortable inmediatamente. Quizás por eso pensé que, tarde o temprano, pese a las trompadas, Antonio iba a ganar su pulso personal con la tristeza. Me equivoqué, y sólo el último sábado, escuchando a Lolita en la entrevista que María Antonia Iglesias le hizo para Informe semanal, sentí una vaga inquietud, acrecentada por su aparición, sobre el escenario, en Pamplona: con la mano izquierda lesionada metida en una férula, la voz más rota que de costumbre y el cuerpo como huyendo de su sombra.Fue una actuación desesperada que hoy encaja en la siguiente reflexión: mientras en este país se seguía con puntualidad el espectáculo de la sentida muerte de Lola, la verdadera tragedia se estaba desarrollando en otra parte, en el cuarto oscuro de la soledad de Antonio, de su prolongada adolescencia y de su demasiado corta, demasiado irregular y, en muchos aspectos, deslumbrante vida de artista, que parecía haber sacado definitivamente adelante en los últimos tiempos, con sus trabajos para Rosario y con su disco Cosas mías, hermoso y expresivo resumen de su talento.

Más información
La última actuación
"Antonio tiene todavía complejo de Edipo"
"Ser gitano es una forma de sentir"
Una sobredosis acaba con la vida de Antonio Flores

Ruta tortuosa

La ruta que le había conducido hasta esta obra fue tortuosa, y cabe suponer que muy marcada por el hecho de ser hijo de quien era y ser, al mismo tiempo, tan distinto. Hace apenas 13 años, en pleno agobio del agosto madrileño, en uno de sus intentos por expresarse con voz propia, los dos hijos modernos de Lola Flores participaron en Colegas, una película de Eloy de la Iglesia que, a la larga, resultó letal para algunos de sus artífices: dos de sus protagonistas, José Luis Manzano y Pirri, chavales de Vicálvaro que habían venido al mundo con el certificado de perdedores bajo el brazo, encontraron la muerte, por sobredosis, años más tarde. El propio Eloy ha sobrevivido a duras penas.

Lo de Antonio parecía tener remedio, porque detrás de él no había un tejido social descompuesto ni un hogar desestructurado. Detrás de él estaba una leona sobrada de amor y generosidad, carente de prejuicios y remilgos, capaz de ponerse en la piel del otro, de ver por los ojos de su hijo. Lola Flores le sacó de la droga a fuerza de pedirle que la dejara pincharse cada vez que él lo hiciera. Le sacó y le sostuvo, hasta el punto de que el propio Antonio contaba que, cuando su vida "le importaba un pito", pensaba que "si me iba al otro barrio mi madre se tiraba por el balcón".

Desde que Lola empezó a declinar, únicamente él sabía hasta qué punto iba a quedarse solo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_