Crecimiento a la baja

LAS DIFICULTADES de la economía japonesa, uno de los tres motores de la economía mundial, han obligado a revisar a la baja las previsiones de crecimiento para los dos próximos años adelantadas por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En su reunión anual, la OCDE ha augurado que este año y el siguiente el crecimiento de los 25 países miembros no superará la media del 2,7% frente al 3% y al 2,9% previstos en diciembre pasado. La persistencia de la fortaleza del yen frente al dólar es el factor fundamental que explica esas dificultades de una economía tan dependiente de las exportaciones cono la nipona.Las otras dos grandes economías, Estados Unidos y Alemania, mantendrán, en cambio, un ritmo de expansión similar al pronosticado en diciembre: el 3,2% y el 2,9% de crecimiento, respectivamente, en este año. Para el conjunto de los países europeos de la OCDE la previsión se mantiene en un 3%, una tasa insuficiente para que se produzcan reducciones significativas de los niveles de paro. En EE UU, la actual tasa de desempleo, el 5,6%, no sufrirá cambio alguno, mientras que en el conjunto de las economías apenas descenderá unas décimas respecto a la actual tasa del 11,3%. Uno de los pronósticos favorables que se mantienen es el descenso de la inflación, lo que hace posible que se puedan mantener los tipos de interés a corto plazo en niveles similares a los actuales.

Las cautelas con que hay que acoger esas previsiones de la OCDE no derivan tanto de la complejidad del entorno económico sobre el que se proyectan como de las amenazas derivadas de la inestabilidad financiera y del contencioso comercial existente entre Estados Unidos y Japón. Los contactos habidos entre responsables de ambos países en el marco de la reunión de la OCDE no han servido para acercar posiciones. La imposición por la Administración estadounidense de derechos de aduana, equivalentes al cien por cien, sobre las importaciones de automóviles de lujo y componentes de automóviles japoneses agudiza un siempre latente conflicto, que, además de cuestionar la autoridad de la recién creada Organización Mundial de Comercio (OMC), puede contribuir a desencadenar una más amplia revisión de las relaciones políticas entre ambos países.

La dificultad para aislar motivaciones estrictamente electorales en la gestación de un conflicto al que la opinión pública norteamericana muestra una sensibilidad creciente, y la no menos manifiesta debilidad política interna de la actual Administración japonesa, no- ayudan a resolver esa batalla comercial por cauces reglados internacionales. Su prolongación, así como la ejecución de las medidas anunciadas por EE UU, podría abrir un escenario en el que se cuestionen las favorables tasas de crecimiento del comercio mundial previstas por la OCDE para este año y el próximo: el 8,9% y el 7,8%, respectivamente. Con ello podrían reducirse todavía más las actuales expectativas de crecimiento de la economía mundial.