Pablo Hermoso: "Mi principal virtud es cargar la suerte"

El rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza, de 25 años, que hoy debuta en Madrid, viene consciente de la expectación que ha despertado como revelación de 1994: "Confío en no defraudar y ofrecer mi principal virtud que es la de cargar la suerte". A esa expectación ha contribuido enormemente su caballo Cagancho, cuya espectacularidad tanto ha ayudado al navarro en su carrera.A Hermoso no le importa reconocer que no vino antes a Las Ventas, pese a ser triunfador de casi todas las ferias en 1994, "porque no estaba preparado para un paso tan trascendental", pues añade que el éxito en este coso es tan importante para un caballero como para un matador a pie: "Además me consta que su público es el que más entiende de rejoneo y, por tanto, es mi plaza ideal".

Por eso ahora se muestra seguro de conquistar Madrid, como explica siguiendo con las comparaciones con el toreo a pie: "Ocurre igual que con los matadores, que aquí se valora muchísimo que crucen al pitón contrario". Después presume de ser de los poquísimos que lo hacen a caballo: "Sobran muchos dedos en una mano para contarlos, pese a que la verdad del torero, a pie o a caballo, es ésa". Y a caballo, ninguno mejor que Cagancho para realizarlo: "Ahora mismo es el mejor que hay, un auténtico espectáculo toreando que va a seguir dando mucho tiempo, pues sólo tiene ocho años". Ello no quita para que defienda al resto de sus caballos: "Cagancho es la estrella indiscutible, pero todos son auténticos caballos toreros y artistas".

Y en la línea artística y clásica, con respeto a la heterodoxia de otros como Cartagena, con el que coincide hoy, se mueve a la hora de torear desde que se inició en la fiesta, al llegarle la vocación gracias a que su familia regentaba una escuela de equitación: "Desde luego no soy el clásico rejoneador hijo de papá y de apellidos ilustres, lo cual me satisface enormernente".

El navarro, que es el primer torero de aquella tierra que figura en los carteles de San Isidro, estima que ya se va valorando económicamente a los rejoneadores: "Antes salvábamos de la ruina a los empresarios de muchas ferias sin que nos pagaran ni para mantener la cuadra". Concluye que por fortuna los tiempos han cambiado "y ya nos van valorando en general, aunque el triunfo al que aspiro en Madrid todavía debe hacerme subir mi cotización".