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Crítica:LA HIJA DE D' ARTAGNAN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una delicia popular

Nada mejor que este filme para demostrar, por si aún hiciera falta, el inclasificable talante Je Bertrand Tavernier. En principio no era un proyecto suyo , sino un regalo para un amigo. Tavernier produjo el filme para que lo dirigiera Riccardo Freda. Désavenencias profundas entre Freda y una parte del elenco llevaron a que, Taverníer no tuviera más remedio que asumir, y a toda prisa, la realización del filme, sólo para hacer con su vertiginoso argumento. una verdadera joya, una de esas delicias populares en el más viejo y respetable sentido, una película de capa y espada de las que ya no se hacen. De más está decir que no hay, en toda la literatura de Alejandro Dumas, nada que se llame La hija de DArtagnan. Tavernier y sus coguionistas han dado continuidad a las aventuras de los mosqueteros, sobre quienes ha caído. inexorablemente el paso del tiempo. Antes viejitos dispuestos a sentarse ante una buena mesa que invencibles guerreros, los mosqueteros deberán enfrentarse a una conjura de Estado una más, descubierta -o no, según se mire- por la impulsiva y secreta hija de D'Artagnan.

La hija de D'Artagnan

Director: Bertrand Tavernier.Guión: Michel Leviant, B. Tavernier y Jean Cosmos, según los personajes creados por Alejandro Dumas. Fotografia: Patrick Blossier. Música: Philippe Sarde. Producción: Fréderic Bourboulon para Ciby 2000. Francia, 1994. Intérpretes: Philíppe Noire, Sophie Marceau, Raoul Billerey, Sami Frey, Jean-Luc Bideau, Nils Taveinier, Claude Rich, Charlotte Kady, Luigi Proietti. Estreno en Madrid:Tope de Vega Cid Campeador, Novedades, Aluche, California, Colombia, Multicines.

Una sorpresa tras otra

Todo es sorprendente en esta desenvuelta peripecia, que comiénza como una película de esclavos en el, profundo Sur umericano y que termina con una cabalgata hacia el horizonte, como en un western. Para empezar, la propia trama que encubre tras un genial McGuffin un complot que no es un complot que es un complot, con permiso de Gertrude Stein; una insensata aventura de conspiraciones, violencia y arbitrariedades. Para seguir,el rigor extraordinario de la reconstrucción, histórica, del todo inusual en una película de género.

Lo que parece a simple vista un filme de género se transmuta en filme de autor, lleno de las evocaciones, de las constantes del sentido de la vida que el bon vivant que siempre ha sido el lionés ha desperdigado siempre por su cine. Y también los homenajes cinéfilos: es extraordinario que en medio de una película aparentemente liviana se asista a un monólogo como el que el viejo D'Artagnan dice ante la tumba de su fiel amigo Athos; un momento mágico que el propio director culmina, en audaz vuelta de tuerca y con el recurso del admirable Philippe Noiret, soberbio, con un retruécano irónico que desmonta la. carga sentimental del monólogo.

Sin pretender erigirse en defensor y propagandista de una manera de hacer cine, Tavernier termina por confirmar la vigencia de la vieja película de aventuras prearsenal tecnológico. Que es como decir que La híja de D'Artagnan es también un poderoso canto a la vida contra la muerte, a la luminosidad contra lo tenebroso, al sentido democrático e igualitario frente al autoritarismo y la regresión social.

Como Moonfleet, aquí lo que respira y se comunica es sencillamente el misterio. que se hace realidad, el paso del tiempo, las grandes gestas detrás de los gestos cotidianos, el heroísmo. En otro nivel, el amor por el cine y por nuestra ya perdida infancia, esa que, Tavernier recrea como un maestro: con sencillez, con hondura, con sentimiento.

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