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Los hijos de desaparecidos bajo la dictadura argentina crean un grupo de ayuda

Juan Jesús Aznárez

Teresa Laborde nació en el suelo de una camioneta Ford Falcon durante el traslado de su madre, esposada, al Pozo de Banfield, comisaría clandestina regentada por el general Ramón Camps, prócer durante la última dictadura argentina y benefactor a su pesar. "No hay desaparecidos con vida" confirmó, y consoló, el entonces jefe de policía de la provincia de Buenos Aires. Teresa, de 18 años, vive con sus padres. No tienen esa suerte los 70 jóvenes agrupados en la organización Hijos. "Necesitamos la verdad de nuestra historia para poder reconstruir nuestra identidad" piden en su carta de presentación.

"Llegó Teresa, la que nació presa", comentaba la población reclusa de Banfleld. "A mi mamá la hicieron limpiar todo lo que había ensuciado, la camilla, todo. Estaba desnuda y los demás miraban". Estudiante de teatro, en trance durante dos de los tres recientes conciertos de los Rolling Stones en Argentina, Teresa Laborde piensa que es un milagro que no la hayan robado. "Creo que mi caso es uno de los pocos en que dejaron que un recién nacido se quedara con su madre y no lo entregaron a familias relacionadas con las fuerzas de seguridad". Admite lo que es realidad en otros casos. "Mi vida hubiera sido totalmente distinta: me hubieran dado otra educación y otro pensamiento. Tal vez estaría viviendo con un militar y su mujer, y los amaría"."¿Cuántos niños ... ? ¿Cuántás miles de escuela! se llenarían con los hijos de los asesinados, de los desaparecidos ... ? ¿Cuántos millones debieron crecer fuera de su tierra?", dicen los fundadores de Hijos, que en los próximos días harán llegar un escrito al presidente Carlos Menem, y cuyo principal objetivo es comunicarse con quienes también se buscan y prestarse ayuda. Son jóvenes entre 16 y 25 años, algunos de los cuales rastrean su identidad en silencio porque sospechan que no sea cierto su abandono al nacer y posterior adopción. "A veces creo que preferiría ser hijo de desaparecidos, porque sentiría que al menos tuve padres que me quisieron", dice uno de ellos.

Carolina Llorens forma parte del grupo fundador de Hijos, y reconoce que todo ha cambiado después del mensaje a la nación del jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Martín Antonio Balza, admitiendo la responsabilidad institucional de las Fuerzas Armadas por los excesos cometidos durante el Gobierno militar. "El tema dejó de ser extraño. Porque nos pasó y nos pasa también que decimos: "Soy hija de desaparecidos", y te miran como diciendo..., o te piden perdón por preguntarte. Socialmente, ahora la cuestión dejó de ser las viejas locas que hablan de los desaparecidos".

Grabación familiar

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Carolina no oculta la gran dificultad de abordar el pasado incluso dentro de las propias familias. "Yo, por ejemplo, conseguí una grabación con la voz de mi mamá, y en mi familia nadie quiso escucharla. Tenemos que ir recuperando la historia como un rompecabezas". Josefina Giglio subraya que cuando debieron tener padres, familias o amigos "no los tuvimos". "El tema de la violencia, si es responsabilidad de la izquierda o la derecha, eso queda aparte. Cada uno tendrá su opinión, pero no queremos entrar en esa discusión".

Hasta el momento, y según datos de las Abuelas de Mayo, 30 niños fueron restituidos a sus familias verdaderas. María José es una de ellas. "En el Pozo esperaron mi nacimiento y se apropió de mí una familia: la tipa era policía.... Un día, cuando tenía 10 años, un juez me dijo que no era hija de ellos y que iba a vivir con mi verdadera familia".

"Yo maté a tu marido

Una socióloga de Buenos Aires comentaba a este diario que una buena amiga, activista contra la dictadura militar (1976-1983), se presentó no hace mucho en su casa acompañada por su novio, torturador en el centro donde permaneció detenida aquellos años de atrocidades. "Me dio asco, casi la echo". La socióloga prefirió no entrar en detalles. Era uno de tantos casos en que personas sometidas a chantajes o torturas insoportables aceptaban colaborar con sus victimarios.Jorge Sigal contó en la desaparecida revista Somos una experiencia especialmente dura: la dirigente montonera Mercedes Inés Carazzo fue detenida en 1977, con su hija pequeña, y conducida a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde encontró a su esposo, moribundo después de varias sesiones de tormento. Después, Mercedes Inés formó pareja con el teniente Antonio Pernía.

Quebrada psicológícamente, la ex montonera comentó en una ocasión a un compañero de celda: "Vos sabés lo mío y, lo de Antonio, ¿verdad? Es horrible, pero le quiero. Él a veces me mira y me dice: "¿Cómo me podés querer si soy una mierda? Soy una bestia asesina'. Una vez estábamos acostados, fumando, y me gritó: '¡Levántate de mi cama, puta! ¿No sabés que yo maté a tu marido?." Pero le quiero. Aunque me diga estas cosas, lo sigo queriendo. No sé por qué. Tal vez porque me devolvió a mi hija".

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